Antonio Rivas Alarcón.
Oswaldo Manrique.
En las cercanías de Los Pozos, el
Xicoke y el Otro Lado, se encuentra la Mesa del Aliso, como parte del Páramo
encantado de La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela. Allí nació Antonio Rivas,
uno de los vecinos de permanencia y constancia en la comunicación con su
comunidad, es nada más y nada menos, que uno de los más antiguos comerciantes
de La Hoyada, uno de los más populosos sectores de dicha Parroquia.
Antonio, nació un día del año 1938. Su
padre Gregorio Rivas, fue agricultor, su mamá de nombre Siturnina Ramírez, ambos nativos
de dicho Páramo.
Era el Aliso, un sitio de pocas
casas, la mayoría de paredes de bahareque, sobre bases de piedra y techos de
paja gruesa. Allí hizo parte de su vida Antonio Rivas, y comenzó a levantar su
familia. Cerca, Serafín Briceño, tenía su tienda comercial, que era un
lugar de encuentro, de obligatoria parada para proseguir a otros caseríos, en el
que se podía ver conversando a Antonio, con sus primos y vecinos Américo, Ramón
y Clemente Alarcón, o con los Villarreal de los Pozos, en ocasiones con Concio
Rivas, del Xicoke, inclusive, podían ver a Teodoro Torres, del Otro Lado, que
así se llama donde tiene su tierra. Cerca vivía Felipa Ruz con su esposo
Ruperto Rivera, uno de los músicos del Páramo, con sus hijos. En la práctica,
en la Mesa del Aliso, se realizaban las reuniones campesinas, para tratar los
asuntos comunales, y en época de fiestas de San Antonio, la Virgen y Semana
Santa, se turnaba con los Pozos, para los juegos de bolos, barajas, dominó,
pelota, y para esperar a los familiares que volvían de Maracaibo, los Teques y
Caracas. El topónimo le viene de una planta que echa una hoja de exquisito aroma
y sabor, se dice que el que ha estado en este páramo, y no se ha comido una
arepa asada en hojas de aliso, no ha probado la magia culinaria de esta
gente.
Tiempo de tierras chamuscadas.
Un día, llegó a su casa y estrujó el
sombrero, y lo lanzó contra el suelo. Regresaba de un sitio muy lejano, donde
tenía una parcela sembrada, y la cosecha no se le dio. En aquel tiempo, la
agricultura dependía del periodo de lluvias y de la fertilidad de la tierra,
pero las parcelas ya se encontraban agotadas, otras veces eran las ventiscas
serranas que quemaban las matas. Estaba tan molesto Antonio, que Cristina su esposa, tuvo que salir de la
casa, para enterarse de lo que le ocurría. En ese momento, le confiesa que no
le fue bien con la siembra, y no quedaba tierra buena para cultivar. Entró en
un periodo de reflexión, de pensar ¿qué hacer?
Antonio Rivas Alarcon, sentado frente a su negocio, en compañía del vecino Leopoldo Valero "la Mole". Cronografía propia de este blog. |
Las actividades del campo, desde
niño, fueron para Antonio su cotidianidad, según sus propias palabras,
esas tierras las labró durante 8 años seguidos, trabajó tanto, que llegó un
momento en que <<lo que quedaban eran tierras chamuscadas>> (Conversación
con Antonio Rivas. La Puerta. 28-03-2022); no había tierra buena para cultivar,
sin sistema de riego, ni electricidad, ni servicios públicos; ese fue el espabilar de su vida. Ya tenía sus
hijos en la escuela y allí, solo tenían la posibilidad de estudiar hasta tercer
grado. Decidió mudarse, abandonar el mundo de los Alisos, sus bellas montañas y
buscar nuevos rumbos.
Según las palabras del mismo Antonio,
procreó seis hijos, cuatro varones y dos hembras. Su esposa la señora
Cristina Ramírez.
Pa’ Maracaibo me voy…
Y,
a Maracaibo fue a dar, a vender
café en la calle, en el centro de la ciudad, en el terminal de pasajeros, en el
terrestre y en el de ferris. En esas calles, se consiguió realizando la misma
labor a su paisano Antonio Lino Rivero, hijo del maestro Martín Rivero,
la venta de café, les dio buenos resultados económicos.
En 1967, con los ahorros que logró
durante buen tiempo y trabajo, estableció en el sector La Hoyada de La Puerta,
un negocio de venta de viveres y licores, denominado La Gran Parada, con el que
sacó adelante a su familia.
Con su respetuosa atención y cargado
de ganas de prosperar él y su familia, se dedicó a incrementar el negocio con
mayor cantidad y variedad de productos. Su clientela más cercana, la de la
Hoyada, se vio competida por gente que llegaba del Molino, Carorita, La
Lagunita, y por supuesto la del Páramo de La Puerta.
Sus viejos vecinos de la Mesa del
Aliso, se sentían más entre familia con Antonio. Aumentaron las ventas y le
aumentaron los compromisos, logrando conformar hasta el día de hoy, en esa
esquina de la Calle 2 con la Páez, una bodega, tienda o pulpería comercial,
atendida por su familia, donde se encuentran los comestibles, víveres,
alimentos y mercancía que requieren los vecinos y transeúntes, inclusive, los
licores.
Bodega La Gran Parada, uno de los mas antiguos locales comerciales de La Puerta. Cronografía propia de este blog. |
Todavía, a pesar de más de cinco
décadas y las vicisitudes económicas del país, sigue al frente de su local
comercial. Con 84 años de edad a cuestas, se le ve como siempre, atendiendo a
la clientela, aseado, vistiendo con pantalón oscuro, camisa manga larga,
calzando alpargatas y sin abandonar el sombrero, mantiene la costumbre y la
atención de los viejos tenderos, que se ha ido perdiendo por los supermercados
y los intrigantes minimarket.
La Puerta, mayo 2022.
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