La generosa y realista catadura de Doña Cata (1a. Parte).
Por Oswaldo Manrique (*)
<<Y el viejo
corcel de Ledesma reaparece hoy sobre la faz de nuestra historia con su ímpetu
de mantenido frescor. Los nuevos filibusteros -ladrones de espacio y de
conciencia- andan entre las aguas de la Patria, amenazando nuestra economía y
ultrajando la dignidad de nuestros colores>> (MBI. 1942)
A propósito que recientemente, se ha retomado una vieja y loable
iniciativa del militar e historiador Ramón Hermoso Boscán, para localizar los
restos mortales del Dr. Cristóbal Mendoza, y dar ejecución al Decreto del
Presidente Guzmán, de fecha 11 de febrero de 1876, para ser trasladados al
Panteón Nacional, es pertinente conocer algunos antecedentes familiares de tan
eximio repúblico, particularmente, su relación con Catalina Fajardo, la
entusiasta encomendera del Valle de Bomboy.
Perdía el sueño, el sabroso sueño de la madrugada. Constante defensora de su valle, de su gente, de la responsabilidad con la tierra y con los animales, la despertaban a esas horas. Los aullidos de los perros le anunciaban que don Shulian el jefe indígena y otros de los vaqueros la esperaba para acompañarla en el inicio de la jornada, para ir a negociar con el cacique Aymaro, también ganadero y dueño de cercanos potreros. Los ladridos cesaban al salir al corredor donde se separaba la claridad, del frio amanecer. Uno de sus encomendados, le llevó las riendas y montó de un brinco su caballo y emprendió la mañanera marcha hacia "El Hatico", cerca de su envidiada "Dorokokoe".
Su catadura envuelve un matiz que la aproxima a una
personalidad de carácter férreo, intenso, sus ojos eran inquietos, con marcadas
cejas, mejillas rosadas, labios expresivos y hermosos, rubia cabellera e iba
armada con su fuete que le brillaba en la mano para imponerse sobre la bestia
que montaba, como la patrona; sin embargo, su conducta era de una verdadera
madre de sus protegidos, simplemente mujer de amable, generosa y consciente
catadura.
Era libre, de la misma estirpe de los conquistadores de los que descendía, entre ellos, Alonso Andrea de Ledesma, sobre quien Briceño Iragorry (1990) escribió: "este conquistador sobresale entre las hazañas admirables del siglo XVI como el de uno de los más valientes capitanes que vinieron a la conquista de Venezuela...aunado a ello el capitán Alonso Andrea de Ledesma: fue un ferviente defensor de los aborígenes y respetuoso de estas comunidades", la historiografía reconoce que fue aliado del cacique Baruta y defensor de las tierras de la tribu de éste y de sus derechos, solo que la nieta de este Capitán, se mantenía por formación, a tono con su religiosidad, civilidad y sus principios humanos.
Quien pudo ver su joven y femenina estampa a
caballo, en aquellos campos de fresco verdor, repletos de indígenas y
capataces, de sementeras, potreros y manadas, sentía pasar a la verdadera ama
del Valle del Bomboy. Se sintió en aquellos primeros años del siglo XVII, su
voz, su acción y su mano férrea entre su gente, entre los encomenderos,
colonos, militares y curas, para proponer e impulsar cambios y mejoras, también
con sus encomendados, esclavos, peones, y con lo más empobrecidos.
La madre de Catalina, Doña Marina Ledesma, así como
las madres Extremeñas, Portuguesas, Vascas o Al-Andaluzas de sus contemporáneas
y vecinas familias de Encomenderos y Colonos, supieron inocular a sus hijas,
las elementales instrucciones reales, para con los aborígenes andinos:
«Y mandamos, que con muy particular cuidado
procuren su conservación, y donde no las hubiere se funden y pongan en ellas
matronas de buena vida y ejemplo, para que se comunique el fruto de tan buena
obra por todas las provincias, y les encarguen, que pongan mucha atención y
diligencia en enseñar á estas doncellas la lengua española, y en ella la
doctrina cristiana y oraciones, ejercitándolas en libros de buen ejemplo, y no
les permitan hablar la lengua materna>> (Leyes de Indias, Libro Primero, Título III, Ley XIX); de acuerdo a
esta norma, la misión de conversión y formación de los naturales, además de los
curas doctrineros, se asignó a las mujeres de los encomenderos y colonos; por
eso, la responsabilidad que asumió con denodado interés doña Cata, de lograr
del gobierno colonial, la autorización para construir el pueblo de indios en
Mendoza, que le quitaba a los encomendados, la penuria de caminar varias y
largas jornadas de camino para llegar a las faenas de los encomenderos, y para
estar cerca de sus familias y trabajar para su manutención.
¿Quién era Catalina Fajardo, la entusiasta encomendera del valle de Bomboy?
Catalina Faxarda o Cathalina Fajardo o Fajarda, nacida alrededor de 1589,
era hija del Capitán Blas Tafallés, encomendero del Bomboy, Alcalde
de la Santa Hermandad en Trujillo, en el año de 1607 y de su esposa Marina de
Ledesma y Mateos, bautizada en 1570, ésta, a su vez, hija del épico Capitán
Alonso Andrea de Ledesma, símbolo y ejemplo de lucha por la pertenencia de la
tierra y de ciudadanía.
Se casó en primeras nupcias aproximadamente en 1605, con el capitán
Francisco Botello, de los primeros colonos de Trujillo, primer
beneficiario de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”. Es bastante probable que este Capitán, cuando se casó con Catalina,
fuese algo anciano, puesto que acompañó a los fundadores de la ciudad, en la
entrada contra los Cuycas, en 1557.
En el registro de encomiendas del Obispo Alcega, de 1608, en la Media
Doctrina, aparece <<Juan
Martin Botello, en San Sebastián, 114 indios>> (Briceño Perozo: 58), la localización de esta encomienda, en cercanías a
Escuque, Valera y Betijoque. En la Novena Doctrina, <<Juan
Fajardo, 17 indios>> (Ídem); al parecer este Juan es hermano de Catalina; la encomienda estaba
localizada entre Santiago, San Lázaro y Trujillo. Se tienen datos de la
existencia de otro hermano, de nombre Joan Tafallés y Ledesma.
Según Amílcar Fonseca, un río o quebrada que riega los llanos de Monay,
lo llamaban los indígenas indistintamente Botello o Botey, pudiera referirse a
alguna propiedad del capitán Botello (Fonseca: T1. 266). Este Capitán, pudo haber muerto
entre los años 1618 y 1619, ya que en 1621, documentos del Gobernador De
la Hoz Berrío, registran que Doña Catalina se representaba ella misma, y era
reconocida como dueña de amplias posesiones de tierra, por sus negocios de
agricultura y ganado, y como encomendera de este valle, al crearse el Pueblo de
San Antón Abad (en Mendoza), perdió extensas mesetas y potreros, al igual que
el cacique Aymaro.
El nuevo y particular matrimonio: ahora
con un joven clérigo.
Aun cuando estaba en la oficina de administración de sus negocios, en su
considerable Posesión de San Pablo de Bomboy, o en la ruda faena ganadera, se
mostró pulcra, ataviada con sencillez, pero sin perder la elegancia natural,
cuidadosa de sus perfumes y aromas, oliendo a rosas y azahares.
La viuda sorprendió
un día a la nobleza colonial trujillana: se casó con un clérigo y
con menos edad que la de ella, es decir, con Don Cristóbal Hurtado de Mendoza y
Márquez de Estrada, quien había recibido primera tonsura en Trujillo,
en <<1607, de manos del Ilustrísimo
Señor Alcega, pero dejada la carrera eclesiástica, fue después Alcalde
Ordinario y de la Santa Hermandad>> (Briceño Iragorry, Mario. Fundadores de Trujillo. En: https://www.anhvenezuela.org.ve/).
En 1629, Catalina está casada con Cristóbal Hurtado de
Mendoza, quien había nacido alrededor de 1587, en Trujillo, aunque en un
testimonial se indica que en 1645, tenía 46 años de edad. Lo que se
contradice con la fecha en que recibió la prima tonsura en Trujillo, de manos
del Ilustrísimo Señor Fray Antonio de Alcega, es decir, el año de 1607. Era
hijo del Capitán Hernando Hurtado de Mendoza el “Andaluz”, <<natural
de la ciudad del Puerto de Santa María en los Reinos de España. Con el
Gobernador Diego Osorio estuvo en la defensa de la ciudad de Maracaybo contra
los corsarios y después fue con el Capitán Juan Pacheco Maldonado al
vencimiento de los zaparas, aliles y demás tribus rebeldes de la Laguna. En
Trujillo fue Alférez Real y Alcalde Ordinario y tuvo encomienda en la Cañada de
Mendoza. El Gobernador Osorio le despachó título de Infantería Española y en
1589 levantó probanza de hidalguía en la ciudad de Caracas>>, y al morir éste, asumió por mayorazgo los bienes, tierras y encomiendas
de su padre. La madre de Cristóbal: <<María
Estrada, hija del Capitán Juan Márquez, de los fundadores de Mérida
y de Damiana Noble, quien venía del matrimonio de Juan de Umpiérrez,
encomendero en Trujillo y Regidor en 1571 y Alguacil Mayor en 1578, también de
los fundadores de Mérida, donde dijo que estaba avecindado el año de 1568 y de
Antonia Jácome. Al igual de Miguel de Trexo fue uno de los conquistadores de
Mérida que ayudaron a la fundación de Trujillo>> (Ídem). La dote aportada por doña Catalina, al matrimonio
con el capitán Mendoza, fue bastante significativa, sin embargo, lo
que valía era la alianza económica y de poder entre las dos familias de este
Valle.
Una leve sonrisa de satisfacción, subió a la cara de Doña Cata, al ver a
quienes pensaron que estaba arruinada, que caería bajo el poder de un hombre
que la dominaría para siempre, a ella, tan independiente como libertaria que
era; un aire de superioridad la abrumó aquella noche, acompañada en
esa celebración nupcial de sus taconazos en el salón de baile junto a su
clérigo Cristóbal, su nuevo esposo, ingenioso cómplice de la alianza, y fiel a
sus proyectos y negocios, con los que hicieron buena dupla y ganancias, pero
sobretodo, lograron desarrollar aquellas tierras, y consolidar los cimientos de
un pueblo que posteriormente, llevaría ese heroico apellido: Mendoza.
Su otro gran proyecto: La familia.
Otra de sus aspiraciones personales, fue la maternidad. Con Botello,
hombre mayor, no tuvo hijos. Con el religioso Cristóbal, de acuerdo con la
información genealógica aportada por Briceño Iragorry, procreó nueve hijos,
cuatro hembras y cinco varones. Prolífica, de vientre saludable,
tuvo los hijos que se mencionan a continuación:
Jacinto Hurtado de Mendoza, personaje histórico, fue el primer brillo de
su alma maternal, <<sucesor de su
padre en la encomienda que tenía en la Puebla de San Pablo de Bomboy>> (Briceño Iragorry: Fundadores). Clara de Ledesma, sin
sucesión. Hernando Hurtado de Mendoza y Fajardo, bautizado el 16 de diciembre
de 1624, cuya casa fue una de las que se destruyeron cuando Gramont incendió la
ciudad de Trujillo, casado con Inés de Losada, descendencia de Cristóbal Gómez
Carrillo. Ana de Mendoza, nacida el 26 de julio de 1627. Josefa de San
Francisco, bautizada el 26 de marzo de 1630, monja del Regina Angelorum. Pedro
Márquez de Mendoza Fajardo, bautizado el 5 de julio de 1632, fuerte comerciante
de cacao a mediados del siglo XVII, en la ciudad de Trujillo. Cristóbal de
Mendoza. Francisca de Mendoza, bautizada el 6 de octubre de 1638. Matías de
Mendoza, bautizado el 20 de abril de 1645. (Datos tomados de Briceño Iragorry,
Mario. Fundadores de Trujillo. En: https://www.anhvenezuela.org.ve/. Igualmente, datos de Montilla Abreu, Eliazar. Perfil Histórico, Geográfico y Humano
de Sabana de Mendoza).
El tercero de los hijos de Catalina Fajardo: Hernando Hurtado de Mendoza y Fajardo, y su esposa Inés de Losada, son los Padres de: Juana Mendoza, bautizada el 7 de abril de 1665, muy joven fue encomendera. Buenaventura Hurtado de Mendoza, bautizado el 14 de julio de 1665, Alcalde Ordinario de Trujillo, casado con Beatriz Constanza Barreto Montilla, de la descendencia de Pedro Luis Villora, son los Padres de: José Cristóbal Hurtado de Mendoza, casado con Ángela María Valera Barreto, progenitores de: Luis Bernardo Hurtado de Mendoza, casado con Gertrudis Eulalia Montilla Briceño, de la descendencia de Pedro Luis Villora; estos fueron los padres del: Dr. Cristóbal Mendoza, nacido en la ciudad de Trujillo el 23 de junio de 1774; sus hermanos y hermanas, todos próceres de la independencia, lo que eleva al máximo el gentilicio trujillano. Catalina Fajardo o Faxarda, la encomendera del Bomboy, que hizo aporte a la consolidación del “Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy” (hoy La Puerta), forjadora desde sus inicios, de esa hermosa e histórica comarca, que es el <<Pueblo San Antón Abad>>, hoy Mendoza del Valle de Bomboy; igualmente, lo que le corresponde en cuanto a la hoy ciudad de Sabana de Mendoza (Municipio Sucre), en la zona baja del estado Trujillo, constructora de nacionalidad, es la tatarabuela del Dr. Cristóbal Mendoza, el primer presidente de Venezuela, el destacado republicano e independencista, cuyas ideas integracionistas y bolivarianas, aun siguen estremeciendo en todos los pueblos suramericanos.
Se
intuye de la conducta y proceder de ella,
la vena y la fuerza moral de una mujer, en una contienda por sus
derechos, en circunstancias históricas
desfavorables y particulares de los comienzos coloniales, que por esfuerzos en solitario, conviniendo
alianzas y con largos litigios, iniciativas y emprendimientos, va superando y
obteniendo resultados, unos inciertos y otros que le fueron favorables, en sus
planes de dominar la feracidad y dureza del Valle de Bomboy. En 1646, el
matrimonio Mendoza-Fajardo perdió un largo litigio contra el Rey, por su
encomienda de San Pablo de Bomboy, al igual que la pedida del puente construido
sobre el rio Motatán, por Cristóbal su esposo, lo que iría acentuando el
sentimiento por los valores de la nacionalidad, en ellos y en sus
descendientes.
Justo es, que se haga el reconocimiento histórico que se merece Doña Catalina Fajardo, como ilustre matrona
que cimentó larga y digna estirpe en la que figuran libertadores, como el Dr. Cristóbal Mendoza, primer
mandatario republicano de Venezuela, también como forjadora de pueblos, por su aporte a la
consolidación del “Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy” (hoy La Puerta), y a
la formación desde sus inicios, de esa hermosa e histórica comarca, que es el
<<Pueblo San Antón Abad>>, hoy Mendoza del Valle de Bomboy; igualmente,
lo que le corresponde en cuanto a la hoy ciudad de Sabana de Mendoza (Municipio
Sucre), en la zona baja del estado Trujillo, pero fundamentalmente, como constructora de nacionalidad.
La Puerta, junio 2023.
omanrique761@gmail.com
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