sábado, 24 de junio de 2023

La generosa y realista catadura de Doña Cata (2ª. Parte)


La generosa y realista catadura de Doña Cata (2ª. Parte). 

Por Oswaldo Manrique (*).


Continuando en nuestra línea de investigación, en esta 2ª entrega, se comparte una aproximación sobre el papel de la mujer encomendera durante los siglos XVI y XVII, en la geo-historia de Trujillo, para lo que se ha tomado el caso de la viuda Catalina Fajardo, una de las más ricas terratenientes y encomenderas, información que hemos encontrado en fuentes históricas documentales de la época colonial, como el Archivo General de Indias, de Sevilla, recientemente paleografiadas  y documentos del Archivo Nacional de Historia de Venezuela, datos que nos permite ir confrontando las reseñas historiográficas e ir perfilando y describiendo su conducta y obra, para la reflexión acerca del rol jugado por las encomenderas en esa época.

 

La economía del Valle del Bomboy, para el siglo XVII, en la que incidió con tesón y constancia doña Cata, lo que dio la estabilidad y sustento al proceso de colonización, se centró en la actividad agropecuaria destacando en el área Norte la explotación ganadera, donde se desarrolló la cría de vacunos, ovejos y mular debido a lo favorable que eran estos suelos como potreros, hatos y pastizales, no obstante se mantenían los sembradíos de caña de azúcar, de trigo y otros rubros agrícolas.

Las grandes posesiones de Catalina, fueron altamente productivas y eje de la prosperidad de la zona. Igualmente, ocurrió con las de "Sabana de Mendoza", al ser indiscutiblemente, un personaje fundamental en el proceso de formación de dicho pueblo, y los de La Puerta y Mendoza. 

A pesar de las subidas, que se encuentran en sus extensas posesiones, las cargaba en vertiginosa carrera, y cuando le tocaba frenar ante el "falso" de la entrada, lo hacía como cualquier chalán con su animal, y se podía contemplar su femenino físico y el contrastante carácter que le hacía fama para mandar, la domadora del Valle del Bomboy.  Con más edad que Cristóbal, el “Gran Cacao” en lo económico, en lo político y en lo religioso, Catalina, en el ocaso de su vida, lo observaba, y reflexionaba que poco a poco, las cosas se fueron resolviendo favorablemente, inclusive el largo litigo contra la Corona, por la Encomienda de San Pablo de Bomboy, pues su patrono, el Apóstol San Pablo, el que si sabe de religión cristiana, la iba inspirando, la dotaba de humildad y la seguía protegiendo.

Demostró en el terreno que le tocó pisar, mucha dignidad y delicadeza, fortaleza espiritual y dominio. Ella misma, a veces con don Shulian el cacique, supervisaba las vegas y sementeras, así como, el trabajo en el hato, anduvo con sus culateros, punteros y capataces moviendo y rotando el rebaño para aliviar los pastizales, aunque tuvo reclamos de los hacendados de Valera. Era infatigable, y no dejó de visitar a su hermano Juan Fajardo, en Santiago del Burrero, que también era encomendero y ganadero. 


1620, tiempo de avanzar en medio de las dificultades. 


Doña Cata, ha sufrido intensas penas y soledades durante su vida, eso le ayudó a moldearse un ánimo de hierro, sobreponiéndose al dolor o al duelo y se ha armado de optimismo dominando el feraz y violento valle. Con su facilidad de palabra, con el conocimiento de la historia viva que tenía como protagonistas a su legendario abuelo <<símbolo permanente de los valores de la nacionalidad>>, según lo expresó Mario Briceño Iragorry, y a su padre el capitán Blas Tafallés, armada con nociones de política, de armas, comercio y también de religiosidad, su amena conversación, con esa chispa que la hacía lucir su ingenio, estuvo protagonizando cuando el gobernador de la Hoz Berrío en 1620, se decidió a autorizar la creación del pueblo cerca de su posesión de San Pablo, en Mendoza, y con toda seguridad incidió con ese conocimiento católico para que se le bautizara como pueblo de San Antón Abad, el patrono de la ganadería, protector de los animales. 

Ante las dificultades y desgaste físico que sufrían los indígenas que tenía a su cargo, debido a la distancia existente entre San Pablo, donde ella tenía el asiento de sus tierras, es decir al norte del Valle del Bomboy, y el pueblo de Doctrina, llamado San Pedro y luego Puebla de San Pablo (hoy La Puerta), al sur del valle, sitio este donde fueron trasladados sus indígenas encomendados y tenían que vivir recluidos; tuvo en 1620, en la visita que hizo el gobernador de la Francisco de la Hoz Berrío a Trujillo, la oportunidad de promover que se construyera hacia la Cañada de Mendoza, un pueblo de indios que le evitara a estos, desgastarse tras varias jornadas de camino a pie, para ir a cumplir con sus trabajos en las sementeras y hatos y también con sus familias. El gobernador, ordenó la creación del pueblo de San Antonio Abad, hoy Mendoza, para lo que le quitó tierras al encomendero Juan Álvarez Davoín, a cambio, en 1621,  le quitó varios lotes de tierra a la misma Catalina Fajardo, e igualmente le quitaron los potreros al cacique Aymaro y las tierras que poseían los indígenas de Doña Francisca de Segovia, las que dieron en compensación a Dabuyn. 


Una mujer que tenía aún la alhucema en el maruto.


Mientras, Don Cristóbal, el “gran cacao” trujillano,  atendía la administración del Puente que había construido sobre el Motatán, y veía por la enorme plantación de cacao, en Pocó,  producido  para la exportación, y comercializaba y negociaba  en Maracaibo, a su vez, promovía el pueblo en la Sabana de Mendoza, zona baja de Trujillo, ella, en medio de la crianza de sus hijos, y la atención de sus chinitas indígenas, incluyendo a Yeguenda la princesa Jirajara, planificaba todo; se pudiera pensar que jugaba al cálculo, pero a su mente ágil y sobre la misma realidad,  le llegaban las ideas.  Atendía todas sus posesiones, y las del marido, en el Valle.

Con Don Shulián, el cacique de sus encomendados, mantuvo buena relación de trabajo y de cuido, respetándoles sus derechos, actuando con nobleza activa en la sangre, es decir, dentro de lo que cabía en aquel injusto régimen de explotación esclavista. Tuvo cañaverales dulces, algodonales, trapiches, molinos, tejidos y telares, hato de ganado vacuno, y  curtidora de cueros, que comercializaba. En el transcurso de su nueva vida conyugal y societaria, confirmó que sus planes al lograrse, reafirmarían su recia personalidad sobre el alma de aquella incipiente  como racista comarca que con el tiempo se convertiría en Mendoza del Bomboy, cuya característica laboriosa de sus integrantes, sin dejar de ser  responsable, espiritual, se condensaba en el suyo.


El largo y costoso litigio por la Encomienda San Pablo de Bomboy, 1629.


Siendo viuda regentaba la Encomienda San Pablo de Bomboy, heredada de su esposo el capitán Francisco Botello, quien habría muerto en 1617. Catalina su mujer, al enviudar, para no perder la “Encomienda San Pablo Bomboy”, según la legislación española, debía casarse dentro de los 3 años siguientes (Recopilación de Indias. Ley XXXVI, Titulo IX, Libro VI), de no hacerlo perdía la encomienda, el usufructo, sus estatus y su patrimonio; lo que tuvo que realizar en 1620. Los bienes de su dote, eran cuantiosos, sobre todo en tierras, por lo que comenzó a  asumir un rol de importancia en la sociedad.  

Cuando ella cultivaba con sus encomendados tierras y preparaba potreros, hatos, cuido y pastoreo del ganado, que era su actividad económica principal, estando embarazada, dos meses antes de que naciera su hija Josefa de San Francisco, que con los años seria monja en el Convento Regina Angelorum, el 25 de enero de 1629, el gobernador Juan de Meneses, en la revisión de títulos, a pesar de que ella demostró que era la viuda y única heredera del capitán Botello, sus títulos no tenían la certificación real, es decir, no había sido llevada al Consejo de Indias en España, y la encomienda fue declarada vacante.

Al año siguiente, el mismo gobernador Juan de Meneses otorgó al esposo de Catalina,  dicha encomienda, mediante un documento de fecha 24 de abril de 1630, en el que hay una nota interesante acerca de ella y de los indios que tenía como principal al Cacique Julián <<que viven y están mandados poblar en el pueblo San Pablo Bomboy, según y de la manera que los tuvo y poseyó la dicha Cathalina Faxarda... para que como libres vasallos del Rey nuestro Señor, los curéis en sus enfermedades, ayudéis y favorezcáis dándole la doctrina que les está repartida, procurando su conversión y conservación>> (Zambrano 11); de la lectura de este párrafo se desprende que hubo la fiscalización a los indígenas de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”,  comprobó que su encomendera doña Catalina, les dio el trato adecuado.  

Ahora bien, en cuanto a la conversión al catolicismo seguramente ella cumplió y colaboró con el padre Salvador Carmona y con Fray Juan de León, para la doctrina de sus encomendados y protegidos; sin embargo, hay algo que llama la atención y es que en 1777, en el Informe de la visita pastoral del obispo Mariano Martí, indica que en el pueblo de indios San Pablo de Bomboy (alias La Puerta), las mujeres siendo ladinas, no hablan español ni practican la religión católica, esto es, que, hablaban su lengua indígena y practicaban la mojanería y sus ritos y costumbres mágico religiosos; esta situación pudo ser derivada de una especie de complicidad y negociación entre la encomendera y sus indios encomendados, es decir, entre su primera encomendera Catalina Fajardo y la gente del cacique Julián;  reseña que devela la generosidad de esta matrona y la lealtad a los valores que heredó,  desarrollados por su abuelo Alonso Andrea de Ledesma, lo que era excepcional en aquellos tiempos de violencia, tortura y crueldad a que fueron sometidos los aborígenes, virtud demostrada en el trato dispensado a sus encomendados, así como, el de anteponer y sacrificar tierras y bienes para favorecer a sus indígenas, dice mucho de su generosidad y nobleza. 

Luego de varios años de litigio contra la Corona española, el 14 de marzo de 1647, el Consejo de Indias, en la ciudad de Sevilla, decidió no otorgarle la confirmación a Cristóbal Hurtado de Mendoza ni a Catalina Fajardo de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”, la que pasó a poder del Rey de España, y perdieron el puente construido sobre el rio Motatán, ordenando le pagaran al Capitán Mendoza, lo que gastó en la construcción de esta obra (Zambrano, 38 a 40); hechos estos, que irían acentuando el sentimiento por los valores de la nacionalidad, en ellos y en sus descendientes.

 

Construyen el puente de madera entre el Virreinato de la Nueva Granada (hoy Colombia) y la Provincia de Venezuela, en 1642.



Para salvar la “Encomienda San Pablo de Bomboy”, y siendo sus patrimonios individuales, dotales y de economías compartidas en abierta sociedad,  los esposos Mendoza Fajardo,  propusieron al Rey, construir un puente sobre el río Motatán, es decir, un puente que permitiera pasar en tiempos de invierno las mercaderías, animales, cargas y las personas, lo que efectivamente construyeron, trayendo alto beneficio a Trujillo y a la Provincia. 

El experto Baltazar de Aguilar, en su informe del 12 de abril de 1638, señaló que <<vi el dicho puente…y en mi conciencia está muy bueno, fuerte y alto de la lumbre de el agua, de maderas incorruptibles y fuertes vigas, de terraplenada…para mi será perpetuo>> (Zambrano, 20).  El gobernador Ruí Fernández de Fuenmayor, certificó que ante las pérdidas ocasionadas por el río caudaloso en invierno <<el paso que por él se hace desde esta provincia al nuevo reino de granada y, del nuevo reino a esta, con que se aumentó el trato y comercio... está el paso seguro y por mucho cuidado y vigilancia>> (Zambrano, 31). En una proyección sobre tierras de los Mendoza-Fajardo, se estima que el puente sobre el Motatán pudo haber sido construido a la altura del sitio Quebrada de Cuevas, un poco más al norte, coincidiendo con la entrada de la Cordillera El Humo, en la hoy parroquia Mendoza, que fue un paso indígena y colonial, que conectaba con el camino hacia la vía intermontana al Puerto de Gibraltar, en el lago de Coquivacoa (Maracaibo). Esto nos da una idea de lo visionaria que fue esta pareja.  



La pujante Sabana de Mendoza, erigida en tierras de Doña Catalina Fajardo.


Un buen grupo de historiadores coinciden, que, fue la encomienda la formula organizativa que dio inicio al modelo socio económico de los primeros pueblos esclavistas coloniales. De donde surgen los principales sujetos sociales: los capitanes conquistadores, convertidos en encomenderos y hacendados y colonos, construyendo sus casas de habitación, en los sitios a poblar, y los indígenas, trasladados y convertidos en esclavos o protegidos, y los curas doctrineros, en su misión de adoctrinamiento y transculturidad de éstos.

Derivan de la encomienda, nuevas relaciones de poder, elevando al encomendero a la cima de la escala social; los enlaces matrimoniales habitualmente los concertaban los padres de los futuros contrayentes, tomando en consideración los intereses económicos, de estirpe social y el poder, lo que no sería una excepción en el caso de Catalina.

Los Conquistadores  y sus descendientes, elevados a la categoría de clase privilegiada de acuerdo con la Cédula Real datada en el Bosque de Segovia el 13 de julio de 1573, mediante la cual se hacían "Hijosdalgos de solar conocido a ellos y sus descendientes legítimos para que en el pueblo que poblaren y otras cualesquiera partes destas Indias sean Hijosdalgos e personas nobles de Linaje y Solar conocido y por tales sean habidos e tenidos e gozen de todas las honras e primicias e puedan hacer todas las cosas que todos los hombres Hijosdalgos y Caballeros destos Reinos de Castilla según fuero Leyez y costumbres de España pueden y deben haber y gozar". (Briceño Iragorry, Mario. Los fundadores de Trujillo. 1929); en la práctica fueron una casta social privilegiada.

En la concepción del invasor europeo, colonizar era poblar; una de las principales obligaciones del encomendero era construir casa o estancia y conservar y adoctrinar a sus encomendados, dando estabilidad al modo de producción y consolidando la jurisdicción de poder colonial; inclusive, siempre prestos a salir con sus armas a defender el régimen que se implantaba. Quizás se perciban diferencias, con ritmo y forma diferentes en el proceso histórico de formación económica colonial impuesto por España en Trujillo, que por supuesto no llegó a expresarse de forma paralela y coetánea en cuanto al inicio y evolución de la organización social de los distintos pueblos de indios y los de blancos,  tanto los de zonas altas con los de la zona baja, lo que pudiera imputársele a la producción mercantilista.

El historiador Arturo Cardozo, dentro de lo que llamó período de La Conquista, data el comienzo de los cultivos de cacao en el valle de Pocó, en 1620, destacando la labor de  los Jesuitas (Cardozo, 14); sin embargo, solo fue el 17 de septiembre de 1629, cuando el Cabildo de Trujillo, otorgó a estos religiosos, 30 fanegadas de tierra de montaña en el mencionando Valle, hasta el punto de La Arenosa, para sembrar arboledas de cacao (Fonseca, TI, 26-27). Con la llegada de los Jesuitas, fue adquiriendo este valle, cuerpo de comunidad, al contar con actividad litúrgica y religiosa, transculturamiento y adoctrinamiento de los naturales y todo lo que representaba esta institución en la formación de pueblos y del comercio. 

Antes de ese tiempo, en el que llegan los Jesuitas, los vecinos, encomenderos y productores de esta zona eran, según el Dr. Fonseca: los Ledesma, descendientes de Alonso Andrea de Ledesma, entre ellos, Catalina Fajardo; los Pacheco Maldonado, Osorio y los Gómez Carrillo.

Alonso Andrea de Ledesma fue -según Briceño Iragorry-, el Capitán de las hazañas admirables del siglo XVI en Venezuelaferviente defensor de los aborígenes y respetuoso de estas comunidades", y su hermano Tomé de Ledesma. El Capitán Alonso, padre de Marina Ledesma, madre de doña Catalina Fajardo, nuestro personaje principal.    

El Capitán Gonzalo Osorio Pimentel, sobrino del conquistador Diego de Losada,  participó con Francisco Ruiz, en la conquista de los Cuycas.  Ingresó a la Gobernación en 1550, con el  cargo de Veedor de Minas y acudió con Villegas a la fundación de la Nueva Segovia, donde recibió indios en encomiendas. Se radicó en el Tocuyo definitivamente.

El Capitán Pedro Gómez Carrillo, entró -según Oviedo-, en compañía de Francisco Ruiz el año de 1558 y recibió indios en el primer repartimiento. En 1608, le confirman la “Encomienda en Pocó”, con 86 indios (7ª. Doctrina); apuntó el historiador Briceño Valero que <<en el punto llamado El Tapón echaba el Motatán un brazo hacia la izquierda que iba a desaguar sobre el pueblo de Moporo: este caño se llamaba Rio Carrillo>> (Briceño, 31); posiblemente el topónimo le venga de este encomendero. Fue Regidor el año de 1569 y posteriormente Alcalde Ordinario de la ciudad. Su hermano el Capitán Cristóbal Gómez Carrillo, recibió del Gobernador Sancho Alquiza, el año de 1610, en encomienda los "principales e indios de nación cuycas que viven en la quebrada llamada de San Sebastián, cuyos principales se llaman don Pedro y Diego Hernández y Buscuy y el principal Diaguito hijo del principal Bohote con todos sus sujetos de nación Timotes que viven en el asiento llamado Exambux y Niriquajar" (Briceño Iragorry, Mario. Los Fundadores de Trujillo. Caracas. 1929).

El Capitán ALONSO PACHECO, en 1568, siendo Teniente de Gobernador de la viajera ciudad de Trujillo, efectuó el traslado final al valle de los Mucas. En Trujillo recibió indios en encomienda del Gobernador Chávez. Fue  fundador original de la actual ciudad de Maracaibo. Fueron estos cuatro guerreros españoles, los encargados de impulsar la economía, en aquel valle de ciénagas, cargado de enfermedades y rodeado de tupidas selvas del Pocó.

Uno de los más antiguos Cronistas de Indias, escribió que por la labor de estos, Trujillo <<llegó con brevedad a ser una ciudad muy opulenta, por el mucho trato de sus frutos, principalmente del cacao a cuya labor se dedicaron sus vecinos plantando en los Valles de Pocó cuantiosas arboledas de este género que conducidos por la laguna de Maracaibo a Gibraltar los hacía poderosos, por las grandes proporciones de plata que producía sus retorno>> (Oviedo y Baños, 139). La actividad cacaotera, le dio fuerte impulso a la economía y asentamiento social en este Valle, y en general a  Trujillo.

Pocó, como se les llamaba a estos valles desde tiempos prehispánicos, palabra compuesta de la silaba po, que significa en lengua indígena caminos, tierra,  y la partícula co, que como sonido gutural, atendiendo a las reglas de origen onomatopéyico del Dr. Amílcar Fonseca,  se asemeja a agua, es decir po+co: tierras o caminos de agua, lo que nos lleva a ubicarnos físicamente, como  lugar de  aguas, que sería lugar de ciénagas, para los indígenas (Fonseca, T1, 290-292). El río, que caracteriza y da nombre al valle, el historiador trujillano Briceño Valero, lo clasifica asi: Rio Pocó de mucha importancia por su caudal de agua y por las tierras que riega, también porque <<es limite del Estado desde su nacimiento en el paramo de la Sal, hasta su desagüe en el Lago de Maracaibo, ciénagas de la Dificultad>> (Briceño Valero, 34).

Hacia 1670, las inundaciones producidas por los ríos y quebradas, destruyeron gran parte de las arboledas de cacao; igualmente ocurrió con los fundos de ganado, que pasaron a ser montaraces y cimarroneras, y los productores de ese tiempo, con tanta perdida, no se preocuparon por mejorar las crías. 

Escribió Eliazar Montilla que el capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza, hizo su testamento en 1657 y 10 años después, cuando ya había ocurrido su muerte, su hijo y albacea Hernando Hurtado de Mendoza (también se hizo llamar Fernando de Ledesma, su casa en Trujillo, fue incendiada en 1678, por el corsario francés Granmont), pidió la ejecución del mismo, pero en el mencionado texto legal no consta la propiedad de ninguna extensión de tierras relacionada a las “Sabanas de Mendoza” (Montilla, página 4). Aseguró este autor que las posesiones "Pedro Felipe", "Sabana de Mendoza" y "Zaragoza", que se unieron y pasaron a llamarse "Pedro Felipe", así como, otras tierras vendidas en 1709, por Buenaventura Hurtado de Mendoza, las heredó de su abuela Catalina Fajardo, dueña original de estas tierras, porque el capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza, su esposo, al morir solo poseía encomiendas y doctrinas, ubicadas hacia el Valle del Bomboy y Timotes  (Montilla Abreu, Eliazar. Perfil Histórico, Geográfico y Humano de Sabana de Mendoza. Página 5); el mismo Montilla se pregunta << ¿cómo llegaron estas tierras a ser propiedad de Catalina Fajardo? lo más probable es que su primer propietario haya sido su abuelo el capitán Alonso Andrea de Ledesma>>.

Es conveniente agregar que, cuando se producía un enlace matrimonial entre gente de elevada escala social, generalmente eran acordados por los padres de los contrayentes, priorizando los intereses económicos, de estirpe social y el poder, mediante un contrato denominado Dote o Carta dotal, con el cual, aquellos aportaban al marido para que lo administrara mientras durara el matrimonio, tierras, propiedades, ganado, dinero, granos, ropa, lencería, vajillas, obras de arte y joyas (Leyes de Partidas. Alfonso El Sabio. 4ª. Partida). La dote, era patrimonio propio de la mujer, eso significaba prestigio y poder social y económico en la sociedad, para las familias y beneméritos, muy a pesar que, la mujer protagonizaba en su círculo familiar, porque en lo social su incidencia y reconocimiento era prácticamente nulo, no obstante su desempeño social, su linaje y su patrimonio. Se estima que el capitán Cristóbal, murió entre los años 1666 y 1667.

Concluye Montilla, en que, las posesiones que conforman "Pedro Felipe", llegaron a pertenecer a los Hurtado de Mendoza a través de Catalina Fajardo y no del capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza (Montilla, 7); es decir, la mayoría de las tierras de Catalina, fueron heredadas de su abuelo Alonso Andrea de Ledesma, como hija que era de Mariana de Ledesma, y otra parte, como hija del capitán Blas Tafallés, en el contrato de dote matrimonial. En el Valle del Bomboy, también poseía una  importante propiedad territorial. Un capitán Cristóbal de Mendoza, el 2 de marzo de 1669, aparece entre los contratantes de servicio médico del Dr. Espina, en la ciudad de Trujillo, es posible que sea el séptimo hijo de Catalina Fajardo, nacido en 1635. El hijo mayor fue Jacinto Hurtado de Mendoza y Fajardo, quien nació en 1621, heredó la encomienda de San Pablo de Bomboy, según Briceño Iragorry.     

El hijo de Catalina, Pedro Márquez de Mendoza y Fajardo, bautizado el 5 julio 1632, sustituyó a su padre Cristóbal, en la dirección de  la plantación de  cacaotales en Pocó y en su comercialización y exportación. Se le consideró a mediados del siglo XVII, al igual que sus antecesores, un fuerte comerciante de esta especie llamado "Gran Cacao", en Trujillo. Es bastante probable que este Mendoza, sea el mismo "Pedro Felipe", del que perpetúa la memoria oral de Sabana de Mendoza, y cuyo nombre se mantuvo como topónimo. 

Es interesante conocer que documentos de tierras vendidas en 1709, por Buenaventura Hurtado de Mendoza, las "Sabanas de Mendoza", donde hoy está asentada la población de este nombre, era propiedad de su abuela Catalina Fajardo (Montilla, 1); es precisamente en esta enorme posesión, en la que con su esposo Cristóbal, quien disponía de una encomienda de 174 indígenas útiles de la Séptima Doctrina, en 1608, organizada por el Obispo Alcega, desarrollaron grandes cacaotales y hatos cerca del Pocó, lo que fue generando con el asentamiento colonial, nuevas relaciones sociales de producción y comerciales, alrededor de este impulso económico dado por la tierra de Doña Cata y la labor de la mano indígena, que significan aportes primarios,  para lo que hoy conocemos como la ciudad y población de Sabana de Mendoza.  

Se debe acotar que, la conformación de la Séptima Doctrina, localizadas las encomiendas en lo que hoy están las poblaciones de La Puerta, Mendoza (Valle de Bomboy), Urdaneta y el Valle de Pocó, respondían a un elemento geopolítico y estratégico del gobernador Alquiza y el Obispo Alcega, seguramente concertado con los mismos encomenderos, para crear la correa de transmisión entre el fluido comercio “reinoso”, del Virreinato de la Nueva Granada, Venezuela y la salida al Mar, por Gibraltar o Maracaibo, para conectar con las islas del Caribe, colonias de Holanda, Francia e Inglaterra,  por lo que las grandes plantaciones de caña de azúcar y cacao, se fomentaron en dichos valles y sitios que permitían su exportación al menor costo tanto en la producción, como el transporte, impuestos de transito, y en su comercialización, lo que fue altamente rentable para los encomenderos, terratenientes y los descendientes de éstos, por lo menos hasta que se instaló la Compañía Guipuzcoana, que monopolizó el  mercado de dichos productos.

El historiador y geógrafo Américo Briceño Valero, en 1920, describió a “Sabana de Mendoza”, como pueblo cabecera, y a “Zaragoza” y a “Pedro Felipe”, como caseríos del Municipio Sucre; <<hallase este pueblo en una sabana que se extiende al pie de las ultimas faldas de la serranía de “El Palmichero”, a diez kilómetros de Betijoque, cerca de la quebrada Vichú>> (Briceño Valero, 97). Acerca de sus suelos, señaló que es zona de pastos naturales y espontáneos <<de excelentes condiciones para la cría y ceba de ganados…y en esas mismas sabanas, alternando con estos pajonales, se cultiva sin mayor trabajo y prosperan admirablemente, plantas de cultivo mayor, como cacao, caña de azúcar, tabaco>> (Briceño Valero, 28).

 

En el ocaso de sus días.

Ya avanzada en edad, seguía en sus negocios de tierras, de ganadería, agrícolas, talleres e industria. En escritura de Composición, hallada por Amílcar Fonseca, Catalina y su esposo Don Cristóbal, adquirieron la enorme posesión Dorokokoe, que abarca Castril de Reina, camino de los Timotes, Cucharito y linda con el rio Bomboy (Registro Subalterno Trujillo,  folio 17 del Protocolo: Antonio Ruiz de Segovia, año 1665.  En: Fonseca, T2, 39), Se estima que Catalina para esta negociación tenía unos 76 años y Cristóbal 66 años de edad,  cuando adquieren estas tierras reales.

Justo es, que se haga  el reconocimiento histórico que se merece Doña Catalina Fajardo, como ilustre matrona que cimentó larga y digna estirpe en la que figuran libertadores, como el Dr. Cristóbal Mendoza, primer mandatario republicano de Venezuela, también como mujer progresista, en clara sociedad económica con su esposo, fue adquiriendo y desarrollando tierras en la zona norte del valle, hasta colindar con la meseta de Valera,  y como forjadora de pueblos, por su aporte a la consolidación del “Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy” (hoy La Puerta), y a la formación desde sus inicios, de esa hermosa e histórica comarca, que es el <<Pueblo San Antón Abad>>, hoy Mendoza del Valle de Bomboy, topónimo este, que obviamente refiere al apellido del marido, en tiempos de esa sociedad patriarcal, siendo ejemplo y símbolo del temple y espiritualidad de la mujer trujillana; igualmente, lo que le corresponde en cuanto a la hoy ciudad de Sabana de Mendoza (Municipio Sucre), en la zona baja del estado Trujillo, pero fundamentalmente, como  constructora de nacionalidad.

La Puerta, junio 2023.

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

Omanrique761@gmail.com



1 comentario:

  1. Excelente material. Te felicito, has recopilado y engrando una cantidad de épocas y años. Muy importante e interesante. Palante es pa ya.

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