La generosa
y realista catadura de Doña Cata (2ª. Parte).
Por
Oswaldo Manrique (*).
Continuando en nuestra línea de investigación, en esta
2ª entrega, se comparte una aproximación sobre el papel de la mujer encomendera
durante los siglos XVI y XVII, en la geo-historia de Trujillo, para lo que se
ha tomado el caso de la viuda Catalina Fajardo, una de las más ricas
terratenientes y encomenderas, información que
hemos encontrado en fuentes históricas documentales de la época colonial, como
el Archivo General de Indias, de Sevilla, recientemente paleografiadas y documentos del Archivo Nacional de Historia
de Venezuela, datos que nos permite ir confrontando las reseñas historiográficas
e ir perfilando y describiendo su conducta y obra, para la reflexión acerca del
rol jugado por las encomenderas en esa época.
La economía del Valle del Bomboy, para el siglo
XVII, en la que incidió con tesón y constancia doña Cata, lo que dio la
estabilidad y sustento al proceso de colonización, se centró en la actividad
agropecuaria destacando en el área Norte la explotación ganadera, donde se
desarrolló la cría de vacunos, ovejos y mular debido a lo favorable que eran
estos suelos como potreros, hatos y pastizales, no obstante se mantenían los
sembradíos de caña de azúcar, de trigo y otros rubros agrícolas.
Las grandes posesiones de Catalina, fueron
altamente productivas y eje de la prosperidad de la zona. Igualmente, ocurrió
con las de "Sabana de Mendoza", al ser indiscutiblemente, un
personaje fundamental en el proceso de formación de dicho pueblo, y los de La
Puerta y Mendoza.
A pesar de las subidas, que se encuentran en sus extensas posesiones, las
cargaba en vertiginosa carrera, y cuando le tocaba frenar ante el
"falso" de la entrada, lo hacía como cualquier chalán con su animal,
y se podía contemplar su femenino físico y el contrastante carácter que le
hacía fama para mandar, la domadora del Valle del Bomboy. Con más
edad que Cristóbal, el “Gran Cacao” en lo económico, en lo político y en lo
religioso, Catalina, en el ocaso de su vida, lo observaba, y reflexionaba que
poco a poco, las cosas se fueron resolviendo favorablemente, inclusive el largo
litigo contra la Corona, por la Encomienda de San Pablo de Bomboy, pues su
patrono, el Apóstol San Pablo, el que si sabe de religión cristiana, la iba
inspirando, la dotaba de humildad y la seguía protegiendo.
Demostró en el terreno que le tocó pisar, mucha dignidad y delicadeza,
fortaleza espiritual y dominio. Ella misma, a veces con don Shulian el cacique,
supervisaba las vegas y sementeras, así como, el trabajo en el hato, anduvo con
sus culateros, punteros y capataces moviendo y rotando el rebaño para aliviar
los pastizales, aunque tuvo reclamos de los hacendados de Valera. Era
infatigable, y no dejó de visitar a su hermano Juan Fajardo, en Santiago del
Burrero, que también era encomendero y ganadero.
1620,
tiempo de avanzar en medio de las dificultades.
Doña Cata, ha sufrido intensas penas
y soledades durante su vida, eso le ayudó a moldearse un ánimo de hierro,
sobreponiéndose al dolor o al duelo y se ha armado de optimismo dominando el
feraz y violento valle. Con su facilidad de palabra, con el conocimiento de la
historia viva que tenía como protagonistas a su legendario abuelo <<símbolo
permanente de los valores de la nacionalidad>>, según lo expresó
Mario Briceño Iragorry, y a su padre el capitán Blas Tafallés, armada con
nociones de política, de armas, comercio y también de religiosidad, su amena
conversación, con esa chispa que la hacía lucir su ingenio, estuvo
protagonizando cuando el gobernador de la Hoz Berrío en 1620, se decidió a
autorizar la creación del pueblo cerca de su posesión de San Pablo, en Mendoza,
y con toda seguridad incidió con ese conocimiento católico para que se le
bautizara como pueblo de San Antón Abad, el patrono de la ganadería, protector
de los animales.
Ante las dificultades y desgaste físico que sufrían
los indígenas que tenía a su cargo, debido a la distancia existente entre San
Pablo, donde ella tenía el asiento de sus tierras, es decir al norte del Valle
del Bomboy, y el pueblo de Doctrina, llamado San Pedro y luego Puebla de San
Pablo (hoy La Puerta), al sur del valle, sitio este donde fueron trasladados
sus indígenas encomendados y tenían que vivir recluidos; tuvo en 1620, en la
visita que hizo el gobernador de la Francisco de la Hoz Berrío a Trujillo, la
oportunidad de promover que se construyera hacia la Cañada de Mendoza, un
pueblo de indios que le evitara a estos, desgastarse tras varias jornadas de
camino a pie, para ir a cumplir con sus trabajos en las sementeras y hatos y
también con sus familias. El gobernador, ordenó la creación del pueblo de San
Antonio Abad, hoy Mendoza, para lo que le quitó tierras al encomendero Juan
Álvarez Davoín, a cambio, en 1621, le
quitó varios lotes de tierra a la misma Catalina Fajardo, e igualmente le
quitaron los potreros al cacique Aymaro y las tierras que poseían los indígenas
de Doña Francisca de Segovia, las que dieron en compensación a Dabuyn.
Una mujer que tenía aún la alhucema
en el maruto.
Mientras, Don Cristóbal, el “gran cacao” trujillano, atendía
la administración del Puente que había construido sobre el Motatán, y veía por
la enorme plantación de cacao, en Pocó, producido para la
exportación, y comercializaba y negociaba en Maracaibo, a su vez,
promovía el pueblo en la Sabana de Mendoza, zona baja de Trujillo, ella, en
medio de la crianza de sus hijos, y la atención de sus chinitas indígenas,
incluyendo a Yeguenda la princesa Jirajara, planificaba todo; se pudiera pensar
que jugaba al cálculo, pero a su mente ágil y sobre la misma
realidad, le llegaban las ideas. Atendía todas sus
posesiones, y las del marido, en el Valle.
Con Don Shulián, el cacique de sus encomendados, mantuvo buena relación
de trabajo y de cuido, respetándoles sus derechos, actuando con nobleza activa
en la sangre, es decir, dentro de lo que cabía en aquel injusto régimen de
explotación esclavista. Tuvo cañaverales dulces, algodonales, trapiches,
molinos, tejidos y telares, hato de ganado vacuno, y curtidora de
cueros, que comercializaba. En el transcurso de su nueva vida conyugal y
societaria, confirmó que sus planes al lograrse, reafirmarían su recia
personalidad sobre el alma de aquella incipiente como racista
comarca que con el tiempo se convertiría en Mendoza del Bomboy, cuya
característica laboriosa de sus integrantes, sin dejar de
ser responsable, espiritual, se condensaba en el suyo.
El largo y costoso
litigio por la Encomienda San Pablo de Bomboy, 1629.
Siendo viuda regentaba la Encomienda San Pablo de
Bomboy, heredada de su esposo el capitán Francisco Botello, quien habría muerto
en 1617. Catalina su mujer, al enviudar, para no perder la “Encomienda San
Pablo Bomboy”, según la legislación española, debía casarse dentro de los 3
años siguientes (Recopilación de Indias. Ley XXXVI, Titulo IX, Libro VI), de no
hacerlo perdía la encomienda, el usufructo, sus estatus y su patrimonio; lo que
tuvo que realizar en 1620. Los bienes de su dote, eran cuantiosos, sobre
todo en tierras, por lo que comenzó a asumir un rol de importancia en la sociedad.
Cuando ella cultivaba con sus encomendados tierras
y preparaba potreros, hatos, cuido y pastoreo del ganado, que era su actividad
económica principal, estando embarazada, dos meses antes de que naciera su hija
Josefa de San Francisco, que con los años seria monja en el Convento Regina
Angelorum, el 25 de enero de 1629, el gobernador Juan de Meneses, en la
revisión de títulos, a pesar de que ella demostró que era la viuda y única
heredera del capitán Botello, sus títulos no tenían la certificación real, es
decir, no había sido llevada al Consejo de Indias en España, y la encomienda
fue declarada vacante.
Al año siguiente, el mismo gobernador Juan de
Meneses otorgó al esposo de Catalina, dicha encomienda, mediante un
documento de fecha 24 de abril de 1630, en el que hay una nota interesante
acerca de ella y de los indios que tenía como principal al Cacique Julián
<<que viven y están mandados poblar en el pueblo San Pablo Bomboy, según
y de la manera que los tuvo y poseyó la dicha Cathalina Faxarda... para que
como libres vasallos del Rey nuestro Señor, los curéis en sus enfermedades,
ayudéis y favorezcáis dándole la doctrina que les está repartida, procurando su
conversión y conservación>> (Zambrano 11); de la lectura de este
párrafo se desprende que hubo la fiscalización a los indígenas de la
“Encomienda San Pablo de Bomboy”, comprobó que su encomendera doña Catalina,
les dio el trato adecuado.
Ahora bien, en cuanto a la conversión al
catolicismo seguramente ella cumplió y colaboró con el padre Salvador Carmona y
con Fray Juan de León, para la doctrina de sus encomendados y protegidos; sin
embargo, hay algo que llama la atención y es que en 1777, en el Informe de la
visita pastoral del obispo Mariano Martí, indica que en el pueblo de indios San
Pablo de Bomboy (alias La Puerta), las mujeres siendo ladinas, no hablan
español ni practican la religión católica, esto es, que, hablaban su lengua
indígena y practicaban la mojanería y sus ritos y costumbres mágico religiosos;
esta situación pudo ser derivada de una especie de complicidad y negociación
entre la encomendera y sus indios encomendados, es decir, entre su primera
encomendera Catalina Fajardo y la gente del cacique Julián; reseña que
devela la generosidad de esta matrona y la lealtad a los valores que
heredó, desarrollados por su abuelo Alonso Andrea de Ledesma, lo que era excepcional
en aquellos tiempos de violencia, tortura y crueldad a que fueron sometidos los
aborígenes, virtud demostrada en el trato dispensado a sus encomendados, así
como, el de anteponer y sacrificar tierras y bienes para favorecer a sus
indígenas, dice mucho de su generosidad y nobleza.
Luego de varios años de litigio
contra la Corona española, el 14 de marzo de 1647, el Consejo de Indias, en la
ciudad de Sevilla, decidió no otorgarle la confirmación a Cristóbal Hurtado de
Mendoza ni a Catalina Fajardo de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”, la
que pasó a poder del Rey de España, y perdieron el
puente construido sobre el rio Motatán, ordenando le pagaran al Capitán Mendoza, lo que gastó
en la construcción de esta obra (Zambrano, 38 a 40); hechos estos, que irían acentuando el sentimiento por los valores de la nacionalidad,
en ellos y en sus descendientes.
Construyen el puente
de madera entre el Virreinato de la Nueva Granada (hoy Colombia) y la Provincia
de Venezuela, en 1642.
Para salvar la “Encomienda San Pablo de
Bomboy”, y siendo sus patrimonios individuales, dotales y de economías
compartidas en abierta sociedad, los
esposos Mendoza Fajardo, propusieron al Rey, construir un puente sobre el
río Motatán, es decir, un puente que permitiera pasar en tiempos de invierno
las mercaderías, animales, cargas y las personas, lo que efectivamente
construyeron, trayendo alto beneficio a Trujillo y a la Provincia.
El experto Baltazar de Aguilar, en su informe del
12 de abril de 1638, señaló que <<vi el dicho puente…y en mi
conciencia está muy bueno, fuerte y alto de la lumbre de el agua, de maderas
incorruptibles y fuertes vigas, de terraplenada…para mi será perpetuo>>
(Zambrano, 20). El gobernador Ruí
Fernández de Fuenmayor, certificó que ante las pérdidas ocasionadas por el río
caudaloso en invierno <<el paso que por él se hace desde
esta provincia al nuevo reino de granada y, del nuevo reino a esta, con que se
aumentó el trato y comercio... está el paso seguro y por mucho cuidado y
vigilancia>> (Zambrano, 31). En una proyección sobre tierras de
los Mendoza-Fajardo, se estima que el puente sobre el Motatán pudo haber sido
construido a la altura del sitio Quebrada de Cuevas, un poco más al norte,
coincidiendo con la entrada de la Cordillera El Humo, en la hoy parroquia
Mendoza, que fue un paso indígena y colonial, que conectaba con el camino hacia
la vía intermontana al Puerto de Gibraltar, en el lago de Coquivacoa
(Maracaibo). Esto nos da una idea de lo visionaria que fue esta pareja.
La pujante Sabana de Mendoza, erigida en tierras de Doña Catalina
Fajardo.
Un buen grupo de historiadores coinciden, que, fue
la encomienda la formula organizativa que dio inicio al modelo socio económico
de los primeros pueblos esclavistas coloniales. De donde surgen los principales
sujetos sociales: los capitanes conquistadores, convertidos en encomenderos y
hacendados y colonos, construyendo sus casas de habitación, en los sitios a
poblar, y los indígenas, trasladados y convertidos en esclavos o protegidos, y
los curas doctrineros, en su misión de adoctrinamiento y transculturidad de
éstos.
Derivan de la encomienda, nuevas relaciones de
poder, elevando al encomendero a la cima de la escala social; los enlaces matrimoniales
habitualmente los concertaban los padres de los futuros contrayentes, tomando
en consideración los intereses económicos, de estirpe social y el poder, lo que
no sería una excepción en el caso de Catalina.
Los Conquistadores y sus descendientes, elevados a la categoría de clase privilegiada de acuerdo con la Cédula Real datada en el Bosque de Segovia el 13 de julio de 1573, mediante la cual se hacían "Hijosdalgos de solar conocido a ellos y sus descendientes legítimos para que en el pueblo que poblaren y otras cualesquiera partes destas Indias sean Hijosdalgos e personas nobles de Linaje y Solar conocido y por tales sean habidos e tenidos e gozen de todas las honras e primicias e puedan hacer todas las cosas que todos los hombres Hijosdalgos y Caballeros destos Reinos de Castilla según fuero Leyez y costumbres de España pueden y deben haber y gozar". (Briceño Iragorry, Mario. Los fundadores de Trujillo. 1929); en la práctica fueron una casta social privilegiada.
En la concepción del invasor europeo, colonizar era
poblar; una de las principales obligaciones del encomendero era construir casa
o estancia y conservar y adoctrinar a sus encomendados, dando estabilidad al
modo de producción y consolidando la jurisdicción de poder colonial; inclusive,
siempre prestos a salir con sus armas a defender el régimen que se implantaba.
Quizás se perciban diferencias, con ritmo y forma diferentes en el proceso
histórico de formación económica colonial impuesto por España en Trujillo, que
por supuesto no llegó a expresarse de forma paralela y coetánea en cuanto al
inicio y evolución de la organización social de los distintos pueblos de indios
y los de blancos, tanto los de zonas
altas con los de la zona baja, lo que pudiera imputársele a la producción
mercantilista.
El historiador Arturo Cardozo, dentro de lo que
llamó período de La Conquista, data el comienzo de los cultivos de cacao en el
valle de Pocó, en 1620, destacando la labor de los Jesuitas (Cardozo, 14); sin embargo, solo
fue el 17 de septiembre de 1629, cuando el Cabildo de Trujillo, otorgó a estos
religiosos, 30 fanegadas de tierra de montaña en el mencionando Valle, hasta el
punto de La Arenosa, para sembrar arboledas de cacao (Fonseca, TI, 26-27). Con
la llegada de los Jesuitas, fue adquiriendo este valle, cuerpo de comunidad, al
contar con actividad litúrgica y religiosa, transculturamiento y
adoctrinamiento de los naturales y todo lo que representaba esta institución en
la formación de pueblos y del comercio.
Antes de ese tiempo, en el que llegan los Jesuitas,
los vecinos, encomenderos y productores de esta zona eran, según el Dr.
Fonseca: los Ledesma, descendientes de Alonso Andrea de Ledesma, entre ellos,
Catalina Fajardo; los Pacheco Maldonado, Osorio y los Gómez Carrillo.
Alonso Andrea de Ledesma fue -según Briceño Iragorry-, el Capitán de las hazañas admirables del siglo XVI en Venezuela…ferviente defensor de los aborígenes y respetuoso de estas comunidades", y su hermano Tomé de Ledesma. El Capitán Alonso, padre de Marina Ledesma, madre de doña Catalina Fajardo, nuestro personaje principal.
El Capitán Gonzalo Osorio Pimentel, sobrino
del conquistador Diego de Losada, participó con Francisco Ruiz, en la conquista
de los Cuycas. Ingresó a la Gobernación
en 1550, con el cargo de Veedor de Minas
y acudió con Villegas a la fundación de la Nueva Segovia, donde recibió indios
en encomiendas. Se radicó en el Tocuyo definitivamente.
El Capitán Pedro Gómez Carrillo, entró -según Oviedo-, en compañía de Francisco Ruiz el año de 1558 y recibió indios en el primer repartimiento. En 1608, le confirman la “Encomienda en Pocó”, con 86 indios (7ª. Doctrina); apuntó el historiador Briceño Valero que <<en el punto llamado El Tapón echaba el Motatán un brazo hacia la izquierda que iba a desaguar sobre el pueblo de Moporo: este caño se llamaba Rio Carrillo>> (Briceño, 31); posiblemente el topónimo le venga de este encomendero. Fue Regidor el año de 1569 y posteriormente Alcalde Ordinario de la ciudad. Su hermano el Capitán Cristóbal Gómez Carrillo, recibió del Gobernador Sancho Alquiza, el año de 1610, en encomienda los "principales e indios de nación cuycas que viven en la quebrada llamada de San Sebastián, cuyos principales se llaman don Pedro y Diego Hernández y Buscuy y el principal Diaguito hijo del principal Bohote con todos sus sujetos de nación Timotes que viven en el asiento llamado Exambux y Niriquajar" (Briceño Iragorry, Mario. Los Fundadores de Trujillo. Caracas. 1929).
El Capitán ALONSO PACHECO, en 1568, siendo Teniente de Gobernador de la viajera ciudad de Trujillo, efectuó el traslado final al valle de los Mucas. En Trujillo recibió indios en encomienda del Gobernador Chávez. Fue fundador original de la actual ciudad de Maracaibo. Fueron estos cuatro guerreros españoles, los encargados de impulsar la economía, en aquel valle de ciénagas, cargado de enfermedades y rodeado de tupidas selvas del Pocó.
Uno de los más antiguos Cronistas de Indias,
escribió que por la labor de estos, Trujillo <<llegó con brevedad a ser una
ciudad muy opulenta, por el mucho trato de sus frutos, principalmente del cacao
a cuya labor se dedicaron sus vecinos plantando en los Valles de Pocó
cuantiosas arboledas de este género que conducidos por la laguna de Maracaibo a
Gibraltar los hacía poderosos, por las grandes proporciones de plata que
producía sus retorno>> (Oviedo y Baños, 139). La actividad
cacaotera, le dio fuerte impulso a la economía y asentamiento social en este
Valle, y en general a Trujillo.
Pocó, como se les llamaba a estos valles desde
tiempos prehispánicos, palabra compuesta de la silaba po, que significa en
lengua indígena caminos, tierra, y la partícula
co,
que como sonido gutural, atendiendo a las reglas de origen onomatopéyico del
Dr. Amílcar Fonseca, se asemeja a agua,
es decir po+co: tierras o caminos de agua, lo que nos lleva a ubicarnos físicamente,
como lugar de aguas, que sería lugar de ciénagas, para
los indígenas (Fonseca, T1, 290-292). El río, que caracteriza y da nombre al
valle, el historiador trujillano Briceño Valero, lo clasifica asi: Rio Pocó de
mucha importancia por su caudal de agua y por las tierras que riega, también
porque <<es limite del Estado desde su nacimiento en el paramo de la Sal, hasta
su desagüe en el Lago de Maracaibo, ciénagas de la Dificultad>> (Briceño
Valero, 34).
Hacia 1670, las inundaciones producidas por los
ríos y quebradas, destruyeron gran parte de las arboledas de cacao; igualmente ocurrió
con los fundos de ganado, que pasaron a ser montaraces y cimarroneras, y los
productores de ese tiempo, con tanta perdida, no se preocuparon por mejorar las
crías.
Escribió Eliazar Montilla que el
capitán Cristóbal Hurtado de Mendoza, hizo su testamento en 1657 y 10 años
después, cuando ya había ocurrido su muerte, su hijo y albacea Hernando Hurtado
de Mendoza (también se hizo llamar Fernando de Ledesma, su casa en Trujillo,
fue incendiada en 1678, por el corsario francés Granmont), pidió la ejecución
del mismo, pero en el mencionado texto legal no consta la propiedad de ninguna
extensión de tierras relacionada a las “Sabanas de Mendoza” (Montilla, página
4). Aseguró este autor que las posesiones "Pedro Felipe",
"Sabana de Mendoza" y "Zaragoza", que se unieron y pasaron
a llamarse "Pedro Felipe", así como, otras tierras vendidas en 1709,
por Buenaventura Hurtado de Mendoza, las heredó de su abuela Catalina Fajardo,
dueña original de estas tierras, porque el capitán Cristóbal Hurtado de
Mendoza, su esposo, al morir solo poseía encomiendas y doctrinas, ubicadas
hacia el Valle del Bomboy y Timotes (Montilla Abreu, Eliazar. Perfil Histórico, Geográfico y Humano de
Sabana de Mendoza. Página 5); el mismo Montilla se pregunta << ¿cómo
llegaron estas tierras a ser propiedad de Catalina Fajardo? lo más probable es
que su primer propietario haya sido su abuelo el capitán Alonso Andrea de
Ledesma>>.
Es conveniente agregar que, cuando se
producía un enlace matrimonial entre gente de elevada escala social, generalmente
eran acordados por los padres de los contrayentes, priorizando los intereses
económicos, de estirpe social y el poder, mediante un contrato denominado Dote
o Carta dotal, con el cual, aquellos aportaban al marido para que lo
administrara mientras durara el matrimonio, tierras, propiedades, ganado, dinero,
granos, ropa, lencería, vajillas, obras de arte y joyas (Leyes de Partidas.
Alfonso El Sabio. 4ª. Partida). La dote, era patrimonio propio de la mujer, eso
significaba prestigio y poder social y económico en la sociedad, para las
familias y beneméritos, muy a pesar que, la mujer protagonizaba en su círculo
familiar, porque en lo social su incidencia y reconocimiento era prácticamente
nulo, no obstante su desempeño social, su linaje y su patrimonio. Se estima que
el capitán Cristóbal, murió entre los años 1666 y 1667.
Concluye Montilla, en que, las
posesiones que conforman "Pedro Felipe", llegaron a pertenecer a los
Hurtado de Mendoza a través de Catalina Fajardo y no del capitán Cristóbal
Hurtado de Mendoza (Montilla, 7); es decir, la mayoría de las tierras de
Catalina, fueron heredadas de su abuelo Alonso Andrea de Ledesma, como hija que
era de Mariana de Ledesma, y otra parte, como hija del capitán Blas Tafallés,
en el contrato de dote matrimonial. En el Valle del Bomboy, también poseía
una importante propiedad territorial. Un
capitán Cristóbal de Mendoza, el 2 de marzo de 1669, aparece entre los
contratantes de servicio médico del Dr. Espina, en la ciudad de Trujillo, es
posible que sea el séptimo hijo de Catalina Fajardo, nacido en 1635. El hijo
mayor fue Jacinto Hurtado de Mendoza y Fajardo, quien nació en 1621, heredó la
encomienda de San Pablo de Bomboy, según Briceño Iragorry.
El hijo de Catalina, Pedro Márquez de Mendoza y
Fajardo, bautizado el 5 julio 1632, sustituyó a su padre Cristóbal, en la
dirección de la plantación de
cacaotales en Pocó y en su comercialización y exportación. Se le consideró a
mediados del siglo XVII, al igual que sus antecesores, un fuerte comerciante de
esta especie llamado "Gran Cacao", en Trujillo. Es bastante probable
que este Mendoza, sea el mismo "Pedro Felipe", del que perpetúa la
memoria oral de Sabana de Mendoza, y cuyo nombre se mantuvo como
topónimo.
Es interesante conocer que documentos de tierras
vendidas en 1709, por Buenaventura Hurtado de Mendoza, las "Sabanas de
Mendoza", donde hoy está asentada la población de este nombre, era
propiedad de su abuela Catalina Fajardo (Montilla, 1); es precisamente en esta
enorme posesión, en la que con su esposo Cristóbal, quien disponía de una
encomienda de 174 indígenas útiles de la Séptima Doctrina, en 1608, organizada
por el Obispo Alcega, desarrollaron grandes cacaotales y hatos cerca del Pocó,
lo que fue generando con el asentamiento colonial, nuevas relaciones sociales de
producción y comerciales, alrededor de este impulso económico dado por la
tierra de Doña Cata y la labor de la mano indígena, que significan aportes
primarios, para lo que hoy conocemos como la ciudad y población de Sabana
de Mendoza.
Se debe acotar que, la conformación de la Séptima
Doctrina, localizadas las encomiendas en lo que hoy están las poblaciones de La
Puerta, Mendoza (Valle de Bomboy), Urdaneta y el Valle de Pocó, respondían a un
elemento geopolítico y estratégico del gobernador Alquiza y el Obispo Alcega,
seguramente concertado con los mismos encomenderos, para crear la correa de
transmisión entre el fluido comercio “reinoso”, del Virreinato de la Nueva
Granada, Venezuela y la salida al Mar, por Gibraltar o Maracaibo, para conectar
con las islas del Caribe, colonias de Holanda, Francia e Inglaterra, por lo que las grandes plantaciones de caña
de azúcar y cacao, se fomentaron en dichos valles y sitios que permitían su
exportación al menor costo tanto en la producción, como el transporte, impuestos
de transito, y en su comercialización, lo que fue altamente rentable para los
encomenderos, terratenientes y los descendientes de éstos, por lo menos hasta
que se instaló la Compañía Guipuzcoana, que monopolizó el mercado de dichos productos.
El historiador y geógrafo Américo Briceño Valero, en 1920, describió a “Sabana de Mendoza”, como pueblo cabecera, y a “Zaragoza” y a “Pedro Felipe”, como caseríos del Municipio Sucre; <<hallase este pueblo en una sabana que se extiende al pie de las ultimas faldas de la serranía de “El Palmichero”, a diez kilómetros de Betijoque, cerca de la quebrada Vichú>> (Briceño Valero, 97). Acerca de sus suelos, señaló que es zona de pastos naturales y espontáneos <<de excelentes condiciones para la cría y ceba de ganados…y en esas mismas sabanas, alternando con estos pajonales, se cultiva sin mayor trabajo y prosperan admirablemente, plantas de cultivo mayor, como cacao, caña de azúcar, tabaco>> (Briceño Valero, 28).
En el ocaso de sus días.
Ya avanzada en edad, seguía en sus
negocios de tierras, de ganadería, agrícolas, talleres e industria. En escritura de Composición, hallada por Amílcar Fonseca, Catalina y su
esposo Don Cristóbal, adquirieron la enorme posesión Dorokokoe, que abarca
Castril de Reina, camino de los Timotes, Cucharito y linda con el rio Bomboy (Registro Subalterno Trujillo, folio 17 del Protocolo: Antonio
Ruiz de Segovia, año 1665. En: Fonseca, T2, 39), Se estima que Catalina para esta negociación tenía unos 76 años y
Cristóbal 66 años de edad, cuando adquieren estas
tierras reales.
Justo es, que se haga el
reconocimiento histórico que se merece Doña Catalina Fajardo,
como ilustre matrona que cimentó larga y digna estirpe en la que figuran
libertadores, como el Dr. Cristóbal Mendoza, primer mandatario republicano de Venezuela, también como mujer progresista, en clara sociedad económica con su
esposo, fue adquiriendo y desarrollando tierras en la zona norte del valle,
hasta colindar con la meseta de Valera, y como forjadora de pueblos,
por su aporte a la consolidación del “Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy”
(hoy La Puerta), y a la formación desde sus inicios, de esa hermosa e histórica
comarca, que es el <<Pueblo San Antón Abad>>, hoy Mendoza del Valle
de Bomboy, topónimo este, que obviamente refiere al apellido del marido, en
tiempos de esa sociedad patriarcal, siendo ejemplo y símbolo del temple y espiritualidad
de la mujer trujillana; igualmente, lo que le
corresponde en cuanto a la hoy ciudad de Sabana de Mendoza (Municipio Sucre),
en la zona baja del estado Trujillo, pero fundamentalmente, como constructora de nacionalidad.
La Puerta, junio 2023.
(*) Portador Patrimonial Histórico y
Cultural de La Puerta.
Excelente material. Te felicito, has recopilado y engrando una cantidad de épocas y años. Muy importante e interesante. Palante es pa ya.
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