Los anocheceres de "Padre Negro".
Por Oswaldo Manrique (*).
Es de caminar meditabundo. De saludo
lento y dialogal. De los que cuando quedó un tema pendiente, lo retoma a los
días, y lo aborda en el mismo punto que
lo dejó, reanudándolo a su interlocutor. Lo interesante de este personaje, como
tantos otros de este pueblo, es la sencillez y la experiencia de vida que lo
envuelve, dándole sentido a nuestra historia local contemporánea. Ese es
el parroquiano "Padre Negro".
Conversar con Padre Negro, es conocer
la historia nocturna de la plaza Bolívar de La Puerta, entre vendedores
ambulantes, servilletas, salsas y refrescos, atendiendo visitantes y aguantando
la guama de los asiduos de la esquina caliente y los personajes nocturnos,
y personajes de bajo perfil. Conversar con él, es revivir la vida bohemia
y nocturna de fines del siglo XX, local, parroquial, para refrescar ese
momento histórico con todo el tránsito hacia la actual realidad social.
Su nombre Oscar Bernardo Briceño
Salazar, en su hoja de vida, señala que nació en Valera el 28 de mayo de
1973. Proviene de una familia católica. Sus padres, Omar de Jesús Briceño,
de la rama de los Briceño, del Viso. Fue agricultor y falleció el 1° de enero
de 1975, cuando tenía Oscar solo 2 años de edad. La madre, Ramona del Carmen
Salazar de Briceño, nativa de La Puerta, de trabajo en el hogar, quien asumió
sola la crianza de sus hijos.
Su infancia. Vivió donde Augusto Carrasquero,
les dió arrimo.Se acuerda, sin mucho esfuerzo que estudió en el Grupo
Escolar José Luis Faure Sabaut, <<Tuve de maestras a Belkis Villegas,
a la maestra Julia que era de Valera, a la maestra Marlene, la mayoría de
Valera, a la maestra Senair, la Directora, era la maestra Dolores>>.
Expresó con cierta nostalgia, que pudo estudiar
hasta el 1er. año de bachillerato en el Colegio Nuestra Señora de la Paz, en La
Puerta, allí <<recibí clases de castellano de la profesora Valentina, dibujo con
el profesor Bastida, Ricardo inglés, la profe Irían me dio historia y
geografía, la directora era la profesora Rosana de Esposito. Eso sí le digo, en
ese tiempo no había ni computadora ni celular, solo libros, libreta y lápiz
piedra>>,
Tiene dos hermanos, una hembra
Yamile, y el varón Alfredo Salazar. La cosa estaba muy dura, y en 1990,
cuando tenía 17 años de edad, ingresó
como botones en el Hotel Guadalupe, estuvo un tiempo, y luego se dedicó a trabajar
la agricultura muchos años y después pasó al campo de la comida rápida.
Oscar Briceño Salazar. Gráfica archivo de este blog, abril 2.023
En aquel tiempo, <<la distracción para los
jóvenes era el Cine donde el cura, había dos funciones, una de 2 a 4 de la
tarde y la otra de 7 a 9, pasaban buenas rancheras. Un tiempo estuvo en la
entrada el señor Clemente Alarcón>>. Era lo que había, ya no
lo hay.
En el mundo de la comida rápida.
Escucharlo, significa conocer desde
las preferencias gastronómicas y elixiricas del turista zuliano, en esa especie
de imposición cultural y gastronómica, hasta los personajes de la plaza
nocturna, caminantes, menudos paseantes, poetas, religiosos, michosos,
cantantes, serenatareros, representando estereotipos de hombres y mujeres
agricultores, campesinos, productores de nuestras montañas, en su transición al
mundo urbano de La Puerta. Ahí
encontraremos como parte de ese trabajo informal al que se vio obligado a integrarse
para de forma indirecta, tocar el turismo incipiente, con todas las
dificultades laborales, con vendedores de cueros, fresas, dulces, el comercio
informal.
El sitio de encuentro, es nuestra plaza
Bolívar y sus alrededores, con sus centros comerciales, locales, negocios y
particularmente sus espacios de comida ambulante, la que llaman rápida, que es
considerado el área el área sabrosa, concurrida y alegre, donde se mezcla la
comida y la bebida espirituosa entre servilletas, vasos, salsas y refrescos. Y
los jóvenes se reconocen, se entienden, bailan, cantan, se escuchan, se
enamoran y construyen sus propias historias. Ahí encontraremos jóvenes con
nombres poco ortodoxos y muchos salidos de las cuñas y espacios televisivos; es
fácil, es normal escuchar llamar a yuleisy aviroxi en arlexis, es decir, que
han sustituido a los nombres cristianos y de nuestro idioma; él habla, ya no es
la de nuestros abuelos, aquella mezcla de Timoto con Al Andaluz, quizás sea
moda transcultural o algo así como para transgredir lo autóctono y lo criollo,
por una cultura civilizatoria eurocéntrica.
De sus inicios en este campo
gastronómico, recuerda que ayudó al señor Roberto Pabón, quien tenía un puesto
de perros calientes, en la esquina de la Casa Parroquial de La Puerta. Con él
aprendió todo lo que comprendía este negocio, pero no era eso lo que quería,
aspiraba trabajar con algo más criollo.
Cuando tenía 23 años, se casó con
Emiliana del Carmen Espinoza, de Carorita, ella tenía 17 años. Se fueron a
vivir donde su mamá en los apartamentos del conjunto Santa Eduviges 2, que
construyó el INAVI, en tiempos del gobierno de
Carlos Andrés.
Para generar ingresos familiares,
dijo que, <<en los años 90, monté un
puesto con ruedas, en la esquina de la calle 8 diagonal a la plaza Bolívar de
La Puerta. Me acuerdo que pagaba 60 Bs mensual de patente>>.
(Conversación con Oscar Briceño Salazar. La Puerta, 19-04-2023). Sometidos al
uso del espacio público, controlado por
los gobernantes locales.
Acerca de los resultados de su emprendimiento nocturno, dijo: <<Me fue bien, porque vendía arepas rellenas con carne, cuajada, pollo, chicharrón y otros coroticos que también le echaba, “burreadas”, me ayudaban a prepararlas mi esposa y mi mamá>>.
Oscar Briceño Salazar. Gráfica archivo de este blog, diciembre 2.022 |
Sobre los gustos de su clientela, señaló que, <<El
paladar del maracucho es muy variado y extraño, fíjese que a veces a la
medianoche llegaban muchachas elegantes, como misses, gente de dinero, y lo que
le apetecía era tres arepas rellenas de caraota con cuajada y tajada de maduro.
Tenía que tener variedad, siempre mantenía un poco de aguacate y vegetales que
pedían algunos. Otros, pedían que sobre el relleno le echara aceite en
lugar de las salsas variadas que se había preparado. Una vez, llegó un señor y me pidió de un jugo
de fruta que vendía esa noche, que le echara dos dedos de jugo en el vaso, y
sacó una botella de whisky y llenó el resto del vaso, con eso bajó el tarugo de
las arepas que se comió>>; dice tener muchas anécdotas qué contar
sobre estas preferencias gustativas.
Esto lo trabajaba los fines de
semana, <<Claro, tenía un horario madrugador, de 7 de la noche a 3 de la mañana.
Estuve
como 6 años, trabajando en esa esquina, con buena clientela maracucha>>. Le
llegó el transitorio cansancio.
El origen del singular apodo “Padre Negro”.
Conversando con él, en la esquina de
la Casa Parroquial, bajo la parada del Dr. Mano Goyo, era obligatorio
preguntarle ¿Por qué te llaman padre Negro? y me dio la respuesta.
Recuerda que, <<cuando yo tenía 7 años de
edad, mi familia vivía donde don Augusto Carrasquero, quien nos dió arrimo, en
una casa en la avenida Sucre>> (Conversación con Oscar Briceño
Salazar. La Puerta, 19-04-2023).
Continuó su respuesta, <<Cerca,
en la cuadra siguiente, estaba el billar y negocio de Augusto Carrasquero,
donde iba a diario el señor Rosalíno a jugar dominó. Don Augusto, era hermano
de las Niñas Carrasquero>> (Ídem); recordadas por su
entrega y religiosidad católica en aquel tiempo, y las familias eran de mucha
espiritualidad.
Siguió relatando que, <<en
cierta ocasión, llegaron varios misioneros de la Congregación La Consolata,
recuerdo que el párroco, los recibió y fue su anfitrión, ellos estuvieron como
15 días, gente muy simpática, y en el pueblo dejaron una muy bonita impresión.
Sus misas, su procesión, iba mucha gente. Igual que sus vigilias, eran actos de
sanación, que duraban hasta las 11 de la noche y las personas no se movían. En
ese grupo, destacaba un cura negro, al que seguían y respetaban los otros, era
muy alegre. Gustaron mucho estos misioneros. Imagínese para aquel tiempo, lo
extraño para la gente del pueblo, ver un sacerdote de piel morena >>
(Ídem); y era como un Superior. La Consolata, es una congregación religiosa de
Misioneros, que tiene más de 100 años de fundada y han desarrollado
principalmente su misión, en los pueblos de África.
Asi fue como el mozo Oscar, supo quiénes
eran los misioneros de La Consolata, que llegaron a La Puerta, lo que no se le ha olvidado nunca. En su
familia, se respeta mucho a los religiosos, <<De mi mamá que es muy
católica, aprendí mis primeras oraciones y siempre asistía a la Iglesia, iba a
persignarme y luego a comulgar, a la misa>> (Ídem). La iglesia pasa a ser como parte de
uno.
Con cierto entusiasmo, nos sigue
relatando que, <<Al ver aquellos curas tan alegres, joviales,
que transmitían paz, armonía y alegría, a mi me gustaron. Ellos eran distintos
a los curas que había en la Parroquia, otra manera de evangelizar. Hablaban
directo con la gente, en la calle, en la iglesia, en la plaza, en los negocios,
yo iba a donde ellos realizaban actividades. Y un día, estaba en el negocio de
don Augusto y dije: - Cuando sea grande quiero ser como el padre Negro. A
partir de ese día, don Augusto, Adriano Paredes, Rosalíno Barroeta y otros
vecinos, comenzaron con la guama de llamarme "padre Negro">>
(Ídem); no se convirtió en misionero ni cura, pero el
nombre de “Padre Negro”, le quedó, y asi es llamado por sus amigos y
vecinos.
De anocheceres y de amaneceres está compuesta la vida.
Al cumplir su labor arepera y recoger sus trastes,
se dirigía a su casa, pero se negaba a dormir, porque aún le quedaba vivo
el espíritu de la noche. Se cambiaba y a través de la tierna y humosa alfombra
de niebla, como si paseara por los recodos de Londres, salía a caminar y a
recorrer los negocios de la noche, bajo el lustre de la luna contrastando con
el grisáceo cielo.
Oscar Briceño Salazar. Gráfica archivo de este blog, abril 2.023. |
La tasca Chiquinquira, el
Rústico, discoteca La Araña, el Tropical, el Panal, la esquina caliente
de Julián, El Valle, donde Mao, también recorria los puestos de sus colegas de
los laterales de la plaza frente a El Padrino, que aún permanecían abiertos al
público, esa era su ronda de la noche, para encontrar la mirada de los ojos
conocidos y desconocidos, en busca de la conversa ruidosa, pero sin palabras.
La conversa con “Padre Negro”, sobre
ese mundo real compuesto según él, por anocheceres y amaneceres, expresan su reflexión, a partir de una
decepcionante economía, algo que traduce o resume su incertidumbre y su deseo de ligar su vida
a días mejores. El discurso de un
comerciante informal de la zona fría. Y lo que hemos anotado, es su historia de
vida.
Dicen los científicos sociales que los oficios no se heredan, sin embargo, los hijos viendo el ejemplo y conocimiento de los padres, suelen vocacionarse por la actividad económica de estos. Un hijo de este personaje, montó un puesto más amplio y actualizado de comida rápida, con mesas y sillas, frente a la licorería de Jacinto Peñaloza. Padre Negro, concurre allí, en su continuo nocturnal.
La noche le pertenece. Y así seguirá en el ritmo de
la costumbre: de anocheceres y de amaneceres. Su rasgo ser protagonista de la noche; es quizás, uno de los más
emblemáticos hombres de la noche alegre de La Puerta del último tercio del
siglo XX. Ir y venir, era su juego nocturno. La forma específica de vida, de
este caminante de la noche.
¡Enhorabuena Padre Negro!
La Puerta, abril 2023.
(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La
Puerta.
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