sábado, 27 de septiembre de 2025

Doña Mercedes Cols Arvelo de Uzcategui: De “Villa Mercedes” a la casa bella en La Puerta.

Por Oswaldo Manrique.


1905. En el alegre pueblo de Timotes comenzó esta historia.  

Una fría mañana de diciembre. En la gente se notaba alegría, entusiasmo festivo; en la plaza descampaban las bombas, y cerca se escuchaba la banda con sus interpretaciones más populares. Era el día de Santa Lucia, patrona adorada de la población de Timotes.

-         ¡Felipe, a la muchacha no le ajotaron los perros, ni amarrados con cinta! Fue la expresión de burla del indio Tapia su gran amigo, que lo acompañaba esa mañana, a  lo que respondió jocosamente:

-         ¡Sí,  me miró solo de refilón!

-         Yo no le aguaité defeito ni la vide esponjada, entre tanta chamuchina de gente. Felipe le agradaba ir con él a estas fiestas porque expandía el buen humor y bailaba más que un runche, cuando se fajaba a mover el esqueleto no lo paraba nadie.

-         Yo tampoco, pero no le apareció el arco iris  ¡Y vos sabés, que esa es la señal!   

Se volvió noche, nadie sabe pa’ donde se fue. No se le volvió a ver por esos lados. Se la tragó la tierra, pero Tapia la conocía.

Era una de las muchachas más encantadoras que había visto en su vida y en fiestas religiosas y populares. De aquellas que tenían ese atractivo o encanto enérgico. De aquellas damas que sugería el daguerrotipo, movían la fibra de cualquier hombre en su sentimiento y espíritu amoroso. Cualidades maravillosas que no pasan desapercibidas. En la mañana de ese domingo, llegó a las puertas de la iglesia de Santa Lucía de Timotes, donde ya se agolpaban las familias que iban a la misa, de ese día celebratorio. Tenía una hermosa cabellera rubia, peinada libremente, que le formaba un hermoso marco a su rostro, que además, se desplegaba brillosamente sobre sus hombros. Gozaba de unos ojos claros y grandes de esos que despiden picardía y sonrisa, dándole vida a su rozagante cara. 

Quizás ella, lo llegó a mirar con sus ojos sonrientes, mientras esperaba para entrar a la celebración religiosa, pues no era de allí y debía partir luego de los oficios litúrgicos a su pueblo La Mesa de Esnujaque. Esa mirada la comprendió Felipe, como un llamado de afinidad, de coincidencia, expresando igualmente su disposición a conversar con él. Sin embargo,  para la sorpresa de Felipe, en un ligero descuido lo dejó absorto en la  banca reclinatoria, quedando confundido y perdido, recriminándose no haberla abordado y conversado con ella, en esa oportunidad. Lo toreó.

A pesar de su embeleso, la ansiedad lo llevaba a pensar en que de un momento a otro esa invasora inquietud tendría solución. Pensaba en aquel magnífico cuerpo delgado y de formas, imaginando piernas hermosas y formidables,  que la convertían en una esfinge con sus cabellos sueltos, que parecía vibrar ante el aire detenido de la plaza. Recordaba también aquel vestido sencillo, que más que una visitante parecía una deliciosa muchacha campesina. Su nombre Mercedes Cols Arvelo.  

Allí estaba junto con otras jóvenes de las familias: Vegal, Tapia, Briceño, Araujo, Rivas, Perez Matos, Urrucheaga, Jerez, emparentadas con su familia. En la rama de los Arvelo, que llegó a avecindarse en la Mesa de Esnujaque, la primera es doña Enriqueta Arvelo, quien se casó con don Octavio Cols, y es la madre de Mercedes Cols Arvelo (Datos tomados del árbol genealógico elaborado por el Ing. Manuel J. Cols Briceño, Cabudare, 2010). Nos explica un nieto de doña Mercedes que, <<Cols es un apellido muy antiguo en Trujillo, fueron catalanes, especie de visigodos, que entraron a España y de Cataluña se movieron a las Islas Canarias y de Canarias a América. >> (Audio del Dr. Luis Uzcátegui del 14-4-2025). Los Arvelo también vinieron de las Canarias.

La joven Doña Mercedes, siempre estuvo a cargo de su familia. No era fácil sustituir a su esposo, sin embargo, mantuvo la serenidad necesaria, por el trabajo de atender las labranzas, los negocios, el trapiche, el molino, los peones en la fragua, cuidar de las familias de los que se habían ido a guerrear en las montoneras de Felipe. Es difícil imaginársela, siendo casi una adolescente, tener el temple y el espíritu necesario para estar al frente de sus posesiones, sementeras e industrias.     

Fue cierto, hubo atracción por el flaco y corajudo dirigente liberal, quien pocos años después, se convertirá en la autoridad civil y militar de La Puerta, por orden del Caudillo único y máximo de Venezuela, cuando los alzamientos y revueltas se dieron en todo el territorio. Así se conocieron y así, fue el comienzo de esta historia de amor y de guerra, de separaciones y montoneras, de miedo y también de tragedia. Doña Mercedes se casó con el coronel Felipe Uzcátegui y procrearon a María, Lya, Rosario, Paz,  quienes nacieron en La Mocotí; Herman nació en La Puerta, frente a la plaza Bolívar, y Elda Josefina Uzcátegui Cols, que nació en “Villa Mercedes”.

Los hermanos de doña Mercedes, son: Enrique Cols Arvelo, casado con María Teresa López Cañizales, quienes tuvieron diez  hijos; Ana Julia Cols Arvelo se casó con Ildefonso Vale Briceño, procrearon siete hijos; María Lorenza Cols Arvelo se casó con Abelardo Raidi; y Graciela Cols Arvelo, sin descendencia (Árbol genealógico citado); una gran familia.  

La familia Cols, apellido catalán, asentada desde antiguo en la Mesa de Esnujaque, con su comercio, sementeras y ganado, se emparentó con la familia barinesa Arvelo, familia que destaca por su inclinación por la cultura y la lectura. Destacaron en ella, intelectuales barineses, donde la formación y la poesía eran espacios compartidos por toda la familia, sobresalían poetas como Atilia Torrealba. A ella pertenecían su primo Alberto Arvelo Torrealba y su prima Enriqueta Arvelo Larriva, hermana del poeta Alfredo Arvelo Larriva, quiénes se carteaban con la mismísima poetisa de América, Gabriela Mistral. Eran nativos de Barinitas y destacados y laureados poetas del comienzo del siglo XX.  Un día Felipe logró el deseado momento de conversar con ella y a partir de ahí se entrelazaron de tal forma que solo la terrena expiración, los pudo separar. 

*

Hoy ha vuelto a su pensamiento lo que sufrió su madre Enriqueta Arvelo, en aquellos días en los que despavoridos salieron de Barinitas, huyendo de la jauría amarilla de los llanos para llegar a uno de los pueblos de la Cordillera. Al igual que otras familias, los Arvelo y los La Riva, fueron a Valera,  otros a Timotes y unos pocos se asentaron en la Mesa de Esnujaque. Escaparon con algunas pertenencias y bienes para establecerse. A los pueblos de la Cordillera, no pudieron entrar los federales de Ezequiel Zamora, siempre fueron derrotados. 

- Yo soy muy creyente de Dios padre. No me desampara. Cuando vos te vas de campaña siempre le enciendo sus lamparitas a la Virgencita de Durí y a mis Santicos. Le dijo doña Mercedes a su esposo.

- Algún día me alumbrarás a mí. Le expresó el Coronel Uzcátegui, echándose una repugnante carcajada. A pesar de la respuesta, la angustiada esposa le increpó:

- No jugués con eso Felipe,  yo le tengo un miedo terrible a recibir la mala noticia de que a ti te ha pasado algo. Él, atrevido, le respondió:

- Mercedes no pensés pendejadas, que yo sé cuidarmeMercedes lo censuró:

- Ese es el costo de casarse con hombres de la guerra. El permanente miedo a una inmensa soledad, no es cualquier cosa. Vivir sola, a pesar de los hijos, es sumamente terrible. 

Mercedes ha entreabierto la puerta de la sala, para leer y para mirar claramente a su marido. Se vuelve a sentar y lo toma de la mano, diciéndole:

- Contáme Felipe cómo le fue en esta jornada con los “Lagartijas”.

La mesa grande que está en el centro de la sala, era muestra del antiguo esplendor económico familiar. Ella, hizo ventas, de algunas joyas familiares, para enfrentar las vicisitudes de las revueltas y revoluciones. 

En “La Mocotí”, y en “Villa Mercedes”, sus posesiones, eran significativas sus producciones de trigo, constantemente funcionaba el molino, varias sus sementeras de papas, arvejas y tenían sus potreros de ganado vacuno y lanar, mientras no hubiere guerra. Eran productivas estas tierras, igual que las de Agua Fría, Tafallés y La Vega.

Justo aquí en estas montañas entre Tafallés, La Mocotí y La Puerta, doña Mercedes recordaba su proyecto de juventud al lado de uno de los caudillos más polémicos de La Culata, el “Maese” Felipe, importante y respetado dirigente liberal que enfrentó a la dinastía Araujo Baptista e igualmente, a los Burelli. Ese lugar al que tanto esfuerzo dio, al que amó y al que odió, donde vio pasar marchas de infantería y caballería, en años buenos y años malos, batallas, persecuciones, difuntos y heridos, solo esperaba con ansia sucediera el milagro de la paz.

Miraba el retrato que estaba en la pared de la sala, le sonreía y lo bendecía. Dedicaba horas cada día, rezándole a sus Santos, pidiendo por la protección del coronel Uzcategui, y también le encendía sus velones.  

Con alegrías o tristezas, con nacimientos y muertes, en ese triangulo de posesiones, el objetivo para su esposo estaba sujeto a ganar o perder. Aquí fue donde se estableció para formar familia, nacieron sus hijos, para ese tiempo y para el futuro, y donde esperó con todas sus fuerzas para poder brindarle al prójimo, una oportunidad y esperanza. A pesar de ser joven, fue muy caritativa.

Su nieto Luis Uzcátegui Araujo, relata que,  <<Mis tías nacieron las mayores María Uzcátegui Cols, Paz  y Rosario en la casa de La Mocotí, mi papá (Herman) en La Puerta y Josefina en la casona de “Villa Mercedes” también llamada La Cuika, el sector>> (Audio citado). María nació en 1906.

La proyectada casa de La Puerta, de fino diseño y mejores gustos, fue construida en 1910.

Entre 1908 y 1910, años en los que el coronel Felipe Uzcátegui, luego de sus campañas de guerra liberal, fue designado por primera vez Jefe Civil y Militar de La Puerta, se vivía un tiempo de suspensión de hostilidades, los godos Araujista, Baptisteros y Burellistas apoyaban al gobierno de los liberales restauradores: Castro y Gómez.

Felipe, el único hacendado liberal de la comarca, pudo finalmente construir su casa en La Puerta, con las sugerencias decorativas y arquitectónicas de su esposa, quien gozaba del buen gusto y sensibilidad estética y la belleza. Doña Mercedes se mudó a esa nueva residencia frente a la inclinada plaza Real (hoy Bolívar), en la Calle Abajo, (donde hoy está la antena de CANTV y el hotel El Padrino), al lado de la casa de gobierno municipal. Dando el lindero oeste, su vista, hacia el cantarín río Bomboy y el manantial paradisíaco del Cio. Solo existían unas 40 casas, incluido el templo San Pablo Apóstol, la Casa Parroquial y la Casa Municipal.

Con optimas condiciones físicas y ya concluida su casa, Mercedes, se fue a vivir a La Puerta, donde continuó fomentando familia, su nieto Luis Uzcátegui Araujo, al referirse a los hijos de su abuela, explicó: <<Mi papá  Herman Uzcátegui Cols,  nació en La Puerta en 1913, siendo mi abuelo el coronel Felipe Uzcátegui, el jefe civil y máxima autoridad de ese pueblo para la fecha. Mi papá nació en una casa diagonal creo o frente a la plaza Bolívar>>; esta casa, que se recuerda hermosa, de muy buena construcción, es la antes identificada. Muchos años después, vivió el siempre radical, armado y legendario padre Francisco Verde.

En 1914, reanudada la guerra, entre “Ponchos” nacionalistas y los “Lagartijas” gomecistas, es decir, ahora demócratas contra las fuerzas de la dictadura, comandadas en La Puerta por el mismo Felipe, ella decidió por la seguridad de sus hijos y familia, irse a vivir en su posesión de “Villa Mercedes”, en el sector La Cuika, en la vía La Puerta-Timotes, donde se sentía más segura y con el apoyo de otras familias liberales cercanas de La Mesa, Timotes y pueblos merideños. Desde dicho año, hasta 1917, ejerció el cargo de jefe civil de La Puerta y volvió el Coronel a desenfundar las armas contra sus eternos enemigos los “godos” locales.   

El coronel Felipe Rafael Uzcátegui, curtido político y militar liberal guzmancista, retomó la conversa con su mujer, recordando lo que allí ocurrió en 1892. Un día de abril de ese año, el Estado Mayor de los liberales occidentales, se refugian en su casa de La Mocotí, y un indio araujista entra y le macheteó la mano al general Ferrer, jefe de las fuerzas liberales y de gobierno.  

En 1899, aquí en La Mocotí, se produjo otro encuentro violento entre las fuerzas de la discordia regional: ponchos y lagartijos. Meses más tarde, hizo parada en su casa, los comandantes de la Revolución Liberal Restauradora, los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, que cambian el curso de la historia, y ´Felipe, se les incorpora. 

- Para mí y te lo te lo voy a confesar; estas cosas, más que un triunfo parecieran una derrota. Me tiene con la empalizada en el suelo.

- ¿Cómo es eso, si ganaron la batalla? Le rebatió la señora Cols.

- Mujer ¿Cómo te explicás que somos los amarillos lagartijos los que ganamos la guerra, tomamos el poder y aquí en Trujillo no ejercemos el gobierno, lo ejercen los godos colorados? Es algo absurdo. Cabizbajo, desanimado, se volvió a poner el sombrero. Ella lo ataja y dice:

- Voy a traerte las arepas. Vamos a comer.  Palabras reconfortantes y sonrientes de Mercedes para el guerrero. Fue sirviéndole un sabroso guisado de arvejas que había preparado con las exquisitas ramas de la huerta, arepas de trigo, y jugo de mora silvestre con melaza. Ella tenía un eterno buen humor y sobre todo cuando estaba Felipe en la casa.  Él, la quería tener siempre a su lado, hasta para llevársela de campaña. A partir de poner el plato en la mesa, no se escuchó nada, solo el silbido del viento serrano y el ruido mecánico de las mandíbulas.

                                                         * 

La tarde comienza abrumarse poco a poco de neblina y melancolía.

- Mercedes mañana voy temprano a recorrer la Mocotí, a ver los animales que quedan y a cobrar algo que me deben, aunque tengo mucha flojera de salir, por algunos calambres que me están dando.

- Quedáte tranquilo ¿Para qué tanto afán? Le aconsejó la esposa.

Al momento, Mercedes quita los platos y deja la cocina, y estando en la puerta, sale, al escuchar el lloriqueo de María, una de las hijas. 

*

Por los días de junio, de uno de esos años de tregua y comienzos de siglo, el coronel no tenia ánimo de ir a las festividades en la Mesa de Esnujaque, a las que nunca faltaba; habían  circulado en papel el extenso programa, y los propietarios de posadas, ofrecían precios regulares.  

- Mecha, tranquilízáte, que cuando no estoy en campaña, me tenés labrando la tierra, unos días con el hacha en la mano, otros con un calabozo, talando el monte para sembrar, vos sabés. Para calmarlo, Mercedes que siempre tenía una palabra y una acción agradable, le dice:

- Esperáte, ya te doy tantico curruchete. Se quedó sentado. Era día de San Juan Bautista, y se cumplía la tradición. Estaba lloviendo, como de costumbre.  

Lo cierto es que, Felipe no era un descamisado, por el contrario, era un personaje de a caballo de montura, revólver y puñal en la cintura, así mismo, tenía su faja de cuero para las morocotas. Una cartuchera para las balas y funda para el revólver; se presentaba siempre con su sombrero borsalino, botas de cuero y espuelas, lo que lo hacía imponente a la mirada de los demás. De la vida del Coronel, su nieto el Dr. Uzcátegui, revela que Felipe Rafael Uzcátegui, era <<hijo natural de un catalán de nombre Pedro Sierra “el español”, y de María Uzcátegui, le decían “La Blanca”, quien tuvo ese hijo ilegítimo. Este español era hermano de Francisca Sierra “Pancha”, casada con un Vetancourt, de ahí nuestro parentesco con esta familia>> (Datos tomados de Audio wasap enviado por el Dr. Luis Uzcátegui Araujo. 08-09-2024).

El nombre de la casona colonial “Villa Mercedes”, obedece a la inmortalización del amor que don Felipe Uzcátegui, le profesó a su esposa doña Mercedes Cols Arvelo.  Actualmente, este sector o caserío mantiene este topónimo.  Esto, lo confirma su nieto, al señalar que, su abuela se casó con Felipe, aclarando lo siguiente: <<Abuelo se casó en el primer matrimonio con Mercedes Cols Arvelo. Vivieron en La Mocotí, y  abajo en la Vega, en “Villa Mercedes”, se llama asi, en honor a mi abuela Mercedes>> (Audio citado). Agregó que doña Mercedes, <<era prima hermana, con Alberto Arvelo Torrealba, prima también de Arvelo La Riva, de ahí el nexo familiar, y tuvieron mucha comunicación>> (Audio citado).

Las recorridas de caminos y cuestas, que tenían que hacer, Mercedes y su esposo Felipe, para mantener productivas sus tierras, eran intrincadas e inhóspitas, <<en esos tiempos, por ahí no había camino (para vehículos) a “Villa Mercedes”, solo el de los indios (Cerro de los Siete Colores) “Las Tapas”, el camino salía más abajo de Timotes, otro camino hacia el páramo de Los Torres, y el que sale al hotel Las Truchas (Timotes)>> (Luis Uzcátegui Araujo. Audio wasap del 27-9-2024. Audio citado).   

El mismo Luis Uzcátegui Araujo, describió que en una oportunidad subió <<en una Hailux, 4x4, cuando voy a mitad de camino, a la altura de la Mesa de Esnujaque, es muy accidentado, es una locura, enmochado hasta las primeras travesías, cima de La Mocotí,  quiebres de  las curvas, donde pasa un solo carro>> (Audio citado); realmente es aventurado subir por esta empinada, sinuosa y selvatica Cuesta.  

Mercedes Cols Arvelo de Uzcátegui, la indiscutible Doña de “Villa Mercedes”, “La Mocotí” y La Puerta, paradojicamente, espacio geohistórico de la guerra.  

La grisácea tarde estando al frente del cerro de los “Siete Colores”, fue para él un momento más que inesperado, para encontrarse con él mismo, se persignó porque no lo hizo al salir de la casa, pero al estar frente a aquel imponente monumento natural comenzó a sentir unos recuerdos fuertes, casi con desagrado que lo ayudaron a reflexionar en esa tarde espléndida, fresca y para relajarse un poco, ante los problemas que lo agobian.       

- Yo no sé por qué, pero cada vez que me acerco y me meto en la pelea a fondo salgo con esos aires tensos, de los cuales se entremezclan la tranquilidad con la ansiedad. 

- Mecha, que no se me olvide que tengo que reunirme mañana con los del grupo “El Trujillano”, al parecer viene el general Saavedra y Carrillo Guerra, Don Juan,  es necesario estar ahí en la Mesa de Esnujaque, donde nos vamos a reunir para resolver lo que hay que resolver en este momento creo que a pesar de que estamos ejerciendo el gobierno existe una profunda debilidad en La Cordillera, quizás mis compañeros crean que soy un perfecto liberal y confían en mí, pero todos los días todas las mañanas la neblina aparece y también desaparece, cuando el sol calienta la tierra. 


Doña Mercedes, de la desprendida esperanza y angustia, a la hora de la fatalidad.

El infortunio llegó a la familia Uzcategui-Cols. En nuestra investigación encontramos una partida de nacimiento de Rosario, hija de doña Mercedes, del año 1911, al consultar a uno de sus nietos, el Dr. Uzcátegui Araujo, respondió:  <<sí, esa es la partida de nacimiento de Rosario, la hermana de mi papá, nació en la Mocotí, y muere en el 1917, estando mi abuela Mercedes recién parida y tenía a Josefina, la niña que te comenté que se puso el vestido de la primera comunión y jugando, se le prendió de candela el vestido y se quemó y murió>> (Audio Wasapp. Luis  Uzcátegui Araujo. 27-9-2024).

Pero la tragedia no paró aquí, sino que también afectó al matrimonio: Doña Mercedes fallece, <<Y Mercedes también se murió, también recién parida, fue trágico en “Villa Mercedes”, donde estaba la bomba vieja, recuerdo había una balanza, aunque ruinas estaba el puente viejo. >> (Audio citado). Con Domingo Baroni, en la Vega hacen el puente nuevo.  

El Dr. Uzcátegui Araujo, nos explica lo trágico del fallecimiento de doña Mercedes, <<Mi papá estaba pequeño cuando ella falleció en Villa Mercedes, a raíz de que estaba en cuarentena. Una de las hijas mayores Rosario, que había nacido en “La Mocotí” se colocó el vestido con el que iba a hacer la primera comunión, y a la carajita se le prendió con una vela en candela el vestido, y estaba lloviendo en la mañana; mi abuela tenía cinco o seis días de parida, y la hija Rosario se le prendió en candela, y gritaba, la muchacha doméstica de servicio desesperada también comenzó a dar gritos desgarradores, ella se levantó y se salió del cuarto que lo tenían oscuro, lo mantenían oscuro para que se recuperara la mujer recién parida, y agarró a la niña como pudo  y se mojó donde estaban unos tambores de agua con agua y bueno se enfermó y se murió. Estaba recién dada a luz, acababa de parir a Josefina la menor, la que nació en “La Vega”, los otros nacieron en la Mocotí y papá que nació en la casa de La Puerta>> (Audio citado).  Tras dicha tragedia, el coronel dejó de ser Jefe Civil de La Puerta.   

Del mismo modo, el Dr. Uzcátegui revela lo siguiente: <<Los relatos de mi papá (Herman Uzcategui Cols) acerca de la abuela fueron muy vagos, sobre su madre biológica, porque en aquellos tiempos quien los cría es mi abuela Elba Baptista, la segunda esposa de mi abuelo y una hermana del Coronel la esposa de mi tío Domingo Baroni, es decir mi tía “Tista”, por cierto hermana del coronel, el coronel era hijo único varón, igual que mi papá>> (Audio citado). 

Las hijas de doña Mercedes se marcharon a otras ciudades.  

El Dr. Luis Uzcátegui Araujo, al suministrarnos generosamente datos de su abuela, nos dijo: <<Tía María que vivió en Barquisimeto toda la vida,  tuvo un tiempo en Valera, después que se fue de Villa Mercedes y dejaron a Barquisimeto unos se quedaron y otros a Caracas. Rosario hija de Elba se fue a vivir a Caracas a Sebucán y Josefina también. Tía María si contaba los relatos de la abuela Mercedes, de cuando murió mi abuela. Yo le paraba más, a los relatos del abuelo. Ella (tía María) nació en 1906 y murió en el 2006. Vivió 100 años en Barquisimeto>> (Luis Uzcátegui Araujo. Audio wasap del 27-9-2024).

Adicionando, <<Mis  tías María,  Josefina y Rosario tenían muy buena relación con Alberto Arvelo Torrealba, con la hija de este, con Enriqueta, siempre tuvieron una relación de familia bastante cercana, ya ellos murieron todos, más de 20 años de muertos>> (Audio citado). Herman, el hijo único varón de doña Mercedes, padre de Luis Uzcátegui Araujo, hemos escrito en otra oportunidad.  

Mercedes, sin saberlo, se convirtió en la mujer mas poderosa de La Puerta, La Mocotí y Villa Mercedes, cuando dejaban de ser estas poblaciones  “Godas” y pasaban a ser parte de la República “Restauradora Liberal”; condición que no usó, ni se valió de eso. Es parte de esa historia vedada, silenciada por el género. Su interesante vida falta por escribirla y darle el reconocimiento que bien se merece. Murió en “Villa Mercedes” en 1917, conservando intactos sus sentimientos y sus ilusiones.  

*

Estos años oficiales, se han dedicado con justeza a la mujer, es oportuno seguir rescatando para la historia local y quitar el manto del silencio a estas mujeres del tiempo de caudillos y comprometidas en la lucha en momentos difíciles y confusos para la formación de la República liberal, y a la vez,  formación de la nacionalidad, es oportuno recordar a doña Mercedes Cols de Uzcátegui, la dama de “Villamercedes” y “La Mocotí”.



Galería fotográfica:

Gráfica 1.- Doña Mercedes Cols Arvelo de Uzcátegui, esposa del  caudillo liberal coronel Felipe Uzcátegui.

Gráfica 2.- Coronel Felipe Uzcátegui, el “Maese” Liberal, enemigo del grupo Burelli, en el tiempo de caudillos.

Gráfica 3.-La joven María Uzcátegui, hija de Doña Mercedes, nacida en la Mocotí. Foto tomada posiblemente en la casa de La Puerta o en Villa mercedes,  de 16 años de edad aproximadamente.

 Gráfica 4.- Varias graficas de  Josefina Uzcátegui Cols, la hija menor de Doña Mercedes, nacida en 1917, a los pocos días muere su hermana Rosario por quemaduras, y seguidamente, muere doña Mercedes, quien estaba en cuarentena. 

Gráfica  5.- Elba Baptista de Uzcátegui, segunda esposa de Felipe Uzcátegui, como se acostumbraba antiguamente,  con dedicatoria de la esposa a su marido. Vivió en la amplia y hermosa casa de varios pisos, ubicada entre donde hoy está la antena de CANTV y el hotel “El Padrino”, frente a la plaza Bolívar de La Puerta.

Gráfica  6.- Elba Baptista, hija de un holandés y una prusiana, que tenían un hotel en Caracas. Fue adoptada por Pedro Baptista. Se observa, acompañada de su hija Rosario, y de Tony, uno de sus nietos.

Gráfica  7.- Sonriente, Rosario Uzcátegui Baptista, hija del coronel Felipe Uzcátegui y Elba Baptista.

Gráfica   8.- De sombrero e igualmente sonriente, la abuela Rosario Uzcátegui Baptista, hija del coronel Felipe Uzcátegui y Elba Baptista.

Gráfica   9.- Rosario Uzcátegui Baptista y su sobrino Luis Uzcátegui Araujo.

Gráfica   10.- En la gráfica de izquierda a derecha, Luis Uzcátegui, al lado de su tía, Rosario Uzcátegui Baptista, su hijo Luis Arturo Navas y Zulay Terán, esposa del primero. 

        

sábado, 20 de septiembre de 2025

Pasamos la 15 y nos fuimos a la 16 de don Mario

Por Oswaldo Manrique (*)

Les aseguro que no fue en Valera, en uno de esos días en que me toca casi duchado de sudor, luego de mis diligencias de trabajo en la casa de la “Dama Ciega”, sí, la del Cañón, ir a buscar buseta para subir a La Puerta, a eso de las 3 de la tarde, y ya sentado, requerirle un jugo enhielado al atento Freddy.  

Ese día, me ocurrió algo relacionado con lo que veo muy a menudo y me mueve la incertidumbre desde hace muchos años, que resume una conducta de gente de mi pueblo, que labora y explota los recursos económicos de La Puerta, pero que no les gusta vivir allí, si no en las urbanizaciones de la ciudad de Valera, en una especie de inexplicable quiebre de la relación afectiva con el terruño. Fue la expresión: <<El venezolano no tiene la “pasión del paisaje” que contribuye a que “se sirva” en función de luz y de color el poder de la tierra nutricia>>; esta frase, me dio la clave y respuesta. En muchos casos se tiende a conocer, comentar, favorecer y querer con detalle otros paisajes foráneos, de otros países y latitudes, más que los criollos. La Puerta, la califican en el ámbito político-administrativo,  como “foránea”, aunque Parroquia que forma parte de un Municipio, en la narrativa de los políticos, es foránea (del mismo modo Mendoza), ahí comienza la debilidad o falta del sentido geográfico o espacial, o geosocial y geohistórico. Pero, no me detuve ahí por mucho tiempo, sino que me fui a la 16.

Antes se la señalé y la comenté al profesor Leonardo Paredes, quien sonrió y continuamos hacia otro destino: nos fuimos a la 16 de Don Mario.  Mi buen amigo y vecino, el profesor Paredes, me invitó a su casa para que escuchara y conversara sobre una canción que esta componiendo a propósito de sus actividades de investigación cultural y aprovechar tomar su perfumado té de Hojas del Paraíso.    

En la 16, tuve que prestar atención con detenimiento, no estaba frente a una simple vía o callejuela de la región, estaba ante todo un monumento a la formación de ciudadanía, que expresa su vigencia sobre diversas y conexas crisis que preocupa a buena parte del país: ¿Cómo unirnos para la defensa de nuestro “canon” histórico y de nuestros intereses nacionales, cuando pululan las circunstancias que nos conducen a la feroz discordia? Absolutamente vigente ese obelisco. Unos pensarán es complejo el asunto, por ser producto de correrle la arruga a ciclos de desequilibrio del país político otros dirán facilitémosles tiempo al tiempo, o el experto del caoísmo que nos convocará a esperar la crisis, porque ella misma generará su salida, sin embargo, el asunto es de reflexión y de toma de conciencia histórica.

La pluma dinámica y certera de Don Mario, trató en cortico el crudo tema de la pasión de nuestro pueblo por la excelsa libertad, por la que salió a luchar por ella, mucho más allá de nuestras fronteras, contra la monarquía española. Era la República, su construcción o nada. Y de esa forma, creció en los venezolanos el brillo de la gloria que es <<tan peligrosa como la desgracia>>, y le hizo olvidar que la libertad es una lucha diaria, y creyendo que la había ganado para siempre, confió su cuido a mandones, creyendo en el discurso de caudillos, gamonales y demagogos que lucraban en el ejercicio del poder público, <<fácil le fue cambiar el culto a Páez por la veneración a Antonio Leocadio Guzmán, y fluctuando entre Guzmanes y Páez de menor cuantía, ha pasado sus mejores años olvidado de sí mismo, de su deber y de su historia>> (Mario Briceño Iragorry. Mensaje Sin Destino. 61, 62, 63. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2014). El tema visto de esta manera es corto, pero de mucho valor y significación. Salía a esa hora de neblina, desde la cocina, un sabroso olor a melado con los aliños de las acemas.   

Teníamos que volver a enfocarlo y lo releímos. Pero es que además con esa sabiduría y estilo, Briceño, nos descarnó y explicó cómo se fue generando desde los tiempos tempranos el germen y sentimiento pretoriano y el declive del civilismo de nuestra sociedad  que, según él, <<jamás pudo prestar oídos a la palabra austera y ductora de los Fermín Toro y los Cecilio Acosta. A Vargas dio espaldas, cuando advirtió que Páez estaba deshaciendo su comedia civilista. De haberlos escuchado, habría advertido que los hombres de la inteligencia le señalaban por norma, junto con los de la libertad, los signos de la justicia y del deber>> (ídem), lamentable, estos signos no permearon la conciencia de la mayoría que idealiza una Venezuela democrática y republicana, pero solo imaginaria, lo que indica, que al no tener objetivos determinados, tampoco sabía por cuál calle andar. 

Mi amigo Leonardo, aprovechando la Semana Santa de este flamante 2025, fue saliendo de algunos libros repetidos, que seleccionó conociendo mis inclinaciones de lectura y me los había apartado en un mesón, para que me llevara los que quisiera. Escogí algunos que no tenia; pero sucedió algo inesperado: si bien tengo un ejemplar de una vieja edición que leí hace muchos años, que me obsequió la profesora Carmen Angulo de Hernández, me dio esa tarde por ser egoísta, y tomar otro ejemplar de Mensaje Sin Destino, porque el papel es de mejor calidad y lo fui revisando físicamente y hojeando, hasta que llegué al segmento N° 16, ahí pasó lo que les estoy relatando, sin pensar que a los meses siguientes con mucha justeza por cierto, se le estaría recordando a Don Mario en su aniversario natal, y mucho mejor: su pensamiento. 

Es cierto, lo pude simplemente ver, ir directamente a las conclusiones de ensayo, u hojear la 16, para eso, son los ojos, pero, que automáticamente quieras observarla mas allá de ellos, es decir, prestarle atención como ejercicio de la interpretación, significación y sensibilidad, no es una  rutina  de enfoque ni de limpiar el sudor de los lentes.  

Les repito es corto: Don Mario nos enseña como si lo estuviésemos escuchando en un paraninfo o un aula magna o en un Ateneo, diciendo y resaltando que efectivamente hubo el prestigio y la brillantez de ciertos próceres que libraron la batallas de nuestra edad heroica, y junto con ellos, estuvieron los hombres silenciosos y humildes, próceres también, que en traje civil delinearon nuestras instituciones democráticas como el trujillano nativo del Valle de Bomboy, Domingo Briceño Briceño "El Negro", hermano del "Diablo" Antonio Nicolás o Roscio o Sánz, Gual, Arévalo González, <<que dejaron mensajes destinados a tener eco y realidad en el futuro. En el futuro de ellos, que es el presente nuestro>> (ídem). Esto es lapidario. Lo señaló, lo mostró y hasta enseñó el sendero reflexivo. 

Ustedes se imaginan al maestro Briceño Iragorry, con su cuerpo cargado de años, caminando lentamente a la 1 de la tarde, por una de las calles actuales de Valera, quizás de la 15 a la 16, viendo motorizados unos de taxistas y otros haciendo motopíruetas en horas laborales, enfluxado, caluroso, puntual, con rostro circunspecto, en dirección a disertar en una conferencia abarrotada de asistentes, sobre la crisis de país y de nacionalidad, y que estando sobre el escenario, exponiendo en su lengua materna, dando ejemplos, metáforas, experiencias, el mundo, y en lo más emocionante de su exposición, fallara el sonido o la electricidad. Es bastante probable que lo tomara con buen humor, irónico o de chanza, pero siempre en función didáctica, para eso, es icono de nuestra idiosincrasia y espiritualidad: es trujillano.

Parece rígido, porque Mensaje Sin Destino fue publicado varias veces, incluyendo una edición revisada en 1951, pero no lo es, fíjense lo emocionante que es, recordarnos la vida, pero con sentido y sin aburrimiento, ¿Quién no se sorprendería que le dijeran es que usted nació para olvidarse de todo? Alguna reacción o respuesta satírica o virulenta tendrá. El texto sirve, para reflexionar e interpelarnos en la realidad actual: hacia dónde conducen estos cauces de la 1 a la 17 de Mensaje Sin Destino, en estos momentos de hechos dramáticos en la política, la economía, la mundialización de la violencia, narcotráfico, genocidio en el mundo, la vorágine tecnológica y de redes sociales, o de lo que han dado en llamar temas banales sobre opulencia y degradación de la mujer. Él, afirmaba que, copiar y valorar novedades y falsos atributos de cultura, olvidando los nuestros, se debe a <<nuestro empeño de olvidar y de improvisar ha sido la causa primordial de que el país no haya logrado la madurez que reclaman los pueblos para sentirse señores de sí mismos>>; ¿existe algo más claro y más corto que esto, acerca del tema?  

*

Qué admirable, interesante y compleja fue la vida de Don Mario Briceño Iragorry, intelectual y humanista, profundo conocedor de la realidad de su tiempo, quien iluminó senderos para corregir los grandes males de la República. Asimismo, me atrevo a decir que llena de paradojas, muy agitada, exilios, preocupado por el acontecer del mundo, hispano américa, y fundamentalmente Venezuela. 

De valores cristianos, humanistas, solidarios, destaca el nivel de tolerancia y compasión que demostró don Mario, con los que le hicieron daño, ademas, ser tan reflexivo, sincero, que se atrevió a confesarse no ante un cura, sino ante todo el que se permitiera leerlo, cuando escribió lo siguiente <<como soy hombre aparte de grupos y partidos, carezco de pararrayos que me defiendan. Soy apenas yo mismo. Calumniado, negado, vilipendiado, incomprendido, desdeñado por la clase en que me formé, atacado por la familia en que nací, perseguido por los mismos a quienes ayer vigilé en espera de que brillase el lucero del alba, a veces creo que mis denostadores tengan razón de presentarme como una criatura despreciable>> (Cartas con destino. Correspondencia inédita. 275. Caracas. 1998), sin contar los palos que le dieron en Madrid los esbirros de la dictadura a su desgastado cuerpo. 

 Sabio maestro, ya al final de la 16, sin ver el retorno, como en pared grande, escribió una reflexión de gran vigencia y valor social para todos los lectores: <<Ayudar al pueblo es por ello nuestro deber presente. A un pueblo que no está debajo de nosotros, en función de sucedáneo para nuestro servicio, sino del cual nosotros, somos mínima parte y expresión veraz. Debemos ayudarlo, no a que grite, como aconsejan los demagogos, ni a que olvide sus desgracias, como indican los conformistas del pesimismo, sino a que reflexione sobre sí mismo, sobre su deber y su destino>>; la 16, es una de las guías para buscar esa unidad necesaria para lograr resolver problemas fundamentales que tanto afectan a los trujillanos. 

 Considero un deber y en efecto aquí lo hago, expresar la enhorabuena a todas las entidades, sociedades, organismos, grupos, historiadores, profesionales e individualidades, que este año, han realizado aporte importante, para rescatar y difundir el pensamiento del insigne trujillano  Don Mario Briceño Iragorry, en el centésimo vigésimo octavo aniversario de su natalicio.

El profesor Leonardo, ese día, ni me cantó su nueva composición, y mucho menos me brindó el agradable y tranquilizante té prometido, me regaló Mensaje Sin Destino. Así fueron las cosas, como diría el recordado Oscar.

Imágenes: Portada de Mensaje Sin Destino, edición de Monteavila Editores. Caricatura de Ugo Ramallo. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta

sábado, 13 de septiembre de 2025

Cuando el Dr. José Gregorio Hernández, se presentó en el Congreso de los Sabios, 1911.

Por Oswaldo Manrique (*)


Desde las primeras horas de la mañana, caminaban organizadores y agentes del orden público por la Plaza Bolívar, que lucía vestida de colorida gala en sus cuadrados jardines, y la estatua ecuestre del Libertador, rodeada de soberbias ofrendas florales; así como, las calles del centro de la ciudad, aledañas al edificio donde se realizaría el inusual Congreso. Igualmente, paraban a ver, transeúntes, curiosos, vendedores, curas, patiquines y alguna encopetada en plan de telas, que deseaban ser testigos de cada detalle de aquello que no era ningún acostumbrado “arrocito” familiar, ni cruce de aros matutino, sino algo que perfilaba ser una magna celebración. En la acera del frente, pasaron los de la Banda Marcial, vistiendo su uniforme de gala con casaca azul marino y en su pecho alguna condecoración.

En la amplia entrada, una alfombra colorada esperaba la llegada de los ciento tres exclusivos personajes convocados, mientras que los arreglos florales y los guías indicaban la ruta hacia el interior del área de la convención.  Entre los invitados entraban destacadas personalidades de la ciencia, educación, de la economía, de la ingeniería y figuras del gobierno y de las distintas Municipalidades del ámbito nacional. 

El Ministro de Relaciones Interiores, general Francisco Linares Alcántara hijo, llamado “Panchito” y el escritor César Zumeta, dirigían las actividades de la Comisión Preparatoria del evento; este destacado intelectual, cuidaría de la posterior edición de los Acuerdos y Memorias, aunque lo observaba todo <<frotándose las manos por costumbre y con ese rictus suyo en que hay reflejos de puñal florentino>> (Carreño, 107).  Además, se encontraba el Dr. Luis Razetti, <<uno de los grandes civilizadores que ha tenido Venezuela…de ideas avanzadas>> (Carreño, 135), quien estuvo en la dirección principal del Congreso. Todos ataviados con elegantes trajes de casimires oscuros y sombreros para la ocasión.

- Caramba, caramba, Dr. Hernández, qué bueno verlo por aquí. Fueron las palabras de bienvenida al eximio colega, mientras se estrechan la mano. 

- Sí, cómo faltar a un evento tan importante para el país, Dr. Razetti. Dijo el recién llegado. El anfitrión sonriendo, añadió:

- Colega, se apartó hoy de sus pacientes y del laboratorio.

- Si Dr. Razetti, nos toca hoy atender a una paciente mayor: la Patria. Le respondió el ilustre profesor universitario Dr. José Gregorio Hernández.

- UD. en eso puede ayudar mucho porque sabe <<dominar la muerte y vencerla>>; además conocemos que para UD. <<la medicina es un sacerdocio, el sacerdocio del dolor humano>> (Razetti. En: De Santiago, 180). Inmediatamente, el Dr. Hernández, con elegancia le replicó:

- Así como para Ud. colega que es apegado <<a la ciencia, la cual practica siempre como buen cristiano>>. Ambos sonrieron. De ideas antagónicas  <<eran amigos tolerantes y se tenían mucho respeto>> (Carreño, 133).

Por supuesto que Hernández Cisneros, tras sus investigaciones, conocía mucho de la anemia de los trópicos, la fiebre amarilla, tuberculosis, la pulmonía, la peste bubónica, la nefritis de la fiebre amarilla y la bilarziosis (T. Carvallo. En: de Santiago, 180); como buen investigador y conocedor de la realidad socio económica de su terruño en aquel tiempo, fue un meritísimo sociólogo. 

- Colega, en su credencial se lee que viene en representación de Betijoque. El célebre médico y científico, con alta sencillez y estima, le respondió:  

- Sí, de mi tierra natal, donde todavía se me encomienda representarlos en asuntos vitales. 

- ¡Pues, sea UD. bienvenido Dr., adelante! Le dijo con toda cordialidad, el también médico y organizador del Congreso.

La trascendencia de este Congreso de Municipalidades, de 1911.

La importante convención de sabios, del 19 de Abril de 1911, reunió a 103 delegados en la ciudad de Caracas, en representación de todos los Distritos del país, que asistieron a la instalación del Congreso de Municipalidades de Venezuela. La capital de la república rural, cuyo núcleo urbano, lo constituían de norte a sur 14 cuadras, y la misma cantidad de este a oeste. En la que su gente, <<Siempre tienen la sonrisa en los labios. Pronto se hace uno amigo de todo el mundo, lo cual es muy agradable porque hombres y mujeres charlan admirablemente>>, según testimonio de José Martí, el cubano, poeta de la Libertad, en su crónica “Un viaje a Venezuela”, en el que describió la manera de ser de los caraqueños y caraqueñas de esa época: “Hay en ellos, como en toda la gente del país, una condición que seduce: la grandeza de corazón. Dan todo cuanto tienen y piden aún más para dárselo al prójimo...La generosidad llega casi a la prodigalidad. Gozan gastando dinero y se honran despreciándolo>>. Gente de buen semblante y talante. 

Sesionó con 7 Comisiones de Trabajo y su Plenaria, donde trataron estos temas: Sanidad, Educación, Obras y Comunicaciones, Judicial y Régimen Penitenciario, Rentas, Ejidos y Estadística y Registro Civil; duró desde el 19 de abril hasta el 1 de mayo de 1911.

Fue convocada dicha actividad, por el general Juan Vicente Gómez, Presidente provisional de la República, para celebrar aquella fundamental Declaración libertaria y discutir sobre la situación del país, y en la cual, <<solemnizarán la conmemoración del Centenario los siguientes Congresos: 1) de Municipalidades, compuesto por un delegado por cada Ilustre Concejo de la República>> (Decreto 10.835, del 19 de marzo 1910); de esta forma estaba definida oficialmente la convocatoria.  

Cercano a cumplirse el primer siglo de la Declaración de Independencia, se realizó este importante evento, que entusiasma a todos los venezolanos con dicha celebración, denominado Primer Congreso de Municipalidades, en el cual, <<hace acto de presencia por el Distrito Betijoque, el Dr. José Gregorio Hernández>> (Cardozo, 317). Fue uno de esos 103 participantes, que honraron y enaltecieron la Patria.

Alrededor de las 11 de la mañana, el ministro Francisco Linares Alcántara, acompañado de un pequeño séquito de oficiales, ingresó al recinto del Congreso y pronuncia las palabras de apertura del evento y expresó que aquello: 

-         Se trata <<de un alto homenaje de consciente devoción a los esclarecidos  varones que crearon la Patria y fundaron la República>> (Discurso de Francisco Linares Alcántara, Ministro de Relaciones Interiores en la instalación del Congreso. 19 abril 1911).

Agregando que tiene como motivación principal, según el alto funcionario de gobierno:

-         << hacer un inventario y diagnóstico de la sociedad venezolana y sus problemas, con el ánimo de emprender soluciones>> (Luis Ricardo Dávila. Centenario e inventario de los problemas venezolanos. Pág. 265. Historia mexicana. En línea). 

El general Linares Alcántara, indicó igualmente que:

-         <<La generalidad de las grandes depresiones de nuestra vida pública, se debe en primer término a la falta de oportuna aplicación de elementales principios>> (Ídem); sin duda, el tiempo sería testigo de lo mucho que faltaba en materia de atención a los pueblos y a las comunidades.

En criterio del investigador Luis Ricardo Dávila, en el Congreso de Municipalidades, junto con el patriotismo, <<fue notable el interés por recomponer lo nacional desarticulado, por prestar atención a los males de la sociedad postrada>> (Luis Ricardo Dávila. Centenario e inventario de los problemas venezolanos. Pág. 295. Historia Mexicana. En línea); en el nuestro, esto sería difícil, en medio de tiempos de cruel dictadura.  

Minutos más tarde, al concluir su discurso el Ministro del Interior, el Dr. Razetti, intervino y dio detalles orientadores de las distintas Comisiones de Trabajo y las fue nombrando:

-         <<Sanidad y Régimen Hospitalario; Rentas, Ejidos y Estadística; Judicial y de Régimen Penitenciario; de Obras y Comunicaciones; Escolar; de Registro Civil>> (Harwich Vallenilla, Nikita. Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Empresas Polar). Un evento bien organizado, con tiempo, recursos y personas preparadas para ello.

La Comisión Preparatoria, presidida por el eminente médico y científico Dr. Luis Razetti, que se constituyó meses antes, el 19 de enero de 1911, fue la encargada de clasificar los informes recibidos y designar las 6 comisiones de trabajo, correspondientes a las 6 secciones del Congreso. Este mismo año, Razetti, establece la primera clínica privada en Caracas, para hospitalización e intervenciones de alta cirugía.

Los congresistas luego de la ceremonia inaugural, fueron llevados a la recepción social. José Gregorio Hernández Cisneros, el ilustre representante de un apartado pueblo rural andino, se había presentado en la reunión de las luminarias de primer orden de Venezuela, lo más graneado del conocimiento, los sabios. Esa era la magnitud del encuentro.

*

Siempre en contacto con sus paisanos y sus colegas cafetaleros supo de la fastuosa celebración del Centenario de la Declaración de Independencia, que se realizó en su pueblo, desde el festejo religioso, el te deum, el ornato de las calles y la plaza con arcos y banderas izadas, marchas, fuegos artificiales, veladas artístico culturales, retretas, fiestas musicales, fue uno de los más lucidos acontecimientos en Isnotú y en Betijoque. El Dr. Fernando Guerrero y el Br. Emiro Fuenmayor, editores del periódico "Patria y Unión", mantenían informada a la gente.  En 1910, designaron la Junta Patriótica para la celebración del primer centenario de la Declaración de Independencia, integrada por Manuel Sanz Jelambi, José Melpomene Abreu, Br. Emiro Fuenmayor, Luis Balestrini, Dr. Augusto Dubuc Arias, Felipe Rincón Jugo, José Manucci y Eleazar La Riva.

El Dr. Hernández, como estudioso de la historia, no tenía dudas sobre la preponderancia del 5 de julio de 1811, como el día egregio de nuestra Patria, las horas en las que se rompieron las amarras que nos ligaban con la Península Ibérica, amarras que acabarían de quebrarse soberbiamente por medio de la guerra.

A comienzo del año 1911, recibió José Gregorio Hernández Cisneros, comunicación del Pdte. de la Municipalidad del Distrito Betijoque, participándole el acuerdo para que representase a esa corporación, en el Primer Congreso de Municipalidades, convocado por el Pdte. de la República, general Juan Vicente Gómez, expresándole además de las razones del evento, sus simpatías y agradecimiento por tal misión. Los Concejales Manuel Palma, Fernando Guerrero y Francisco Martínez Bustamante, en esto, fueron unánimes, sin duda, tenían un representante de alta y distintiva dimensión. Por estos tiempos, era Pdte. del estado Trujillo, el Dr. Víctor Manuel Baptista.

 

El extraordinario y exclusivo Congreso de Municipalidades de 1911.

Con motivo de la conmemoración del Centenario Patrio, el general Juan Vicente Gómez, para entonces Presidente Provisional de la República, invitó, por decreto del 19 de marzo de 1910, a representantes de todos los Concejos Municipales del país a participar en un Congreso que se reuniría en Caracas, al año siguiente y el objetivo del evento era,  <<preparar para ello unos informes sobre la situación de los diferentes municipios y distritos, enfocando, en particular, los problemas sanitarios, la situación escolar, las obras públicas, el estado de las cárceles, la administración de justicia, las rentas municipales, los ejidos y bienes comunales, los registros civiles, así como el rescate del acervo documental de los archivos regionales>>(Harwich Vallenilla). De esto, conocía suficientemente el representante del Distrito Betijoque del Estado Trujillo.

Apegado al Decreto Presidencial, el Congreso de Municipalidades se instaló el 19 de abril de 1911, <<reuniendo a 103 delegados de todos los distritos del país que a su vez, representaban la mayor parte de la intelligentsia  venezolana de la época>> (Harwich Vallenilla). Concluyó el 1° de mayo de 1911.

La Mesa Directiva del Congreso estuvo formada por José Rafael Pérez, presidente; José Gil Fortoul, primer vicepresidente (escritor, filósofo, historiador, novelista, diplomático, sociólogo, legislador, de múltiple y dinámica actividad); Pedro Manuel Brito González, segundo vicepresidente; y Laureano Vallenilla Lanz, secretario (reconocido intelectual, historiador, sociólogo, ensayista y cercano colaborador del general Gómez). 

Las 6 comisiones de trabajo fueron presididas por las siguientes personalidades: el Dr. Francisco Antonio Rísquez, en Sanidad, eminente médico, científico y profesor universitario; Pedro Emilio Coll, en Educación, intelectual, artista, destacado escritor, impulsor del modernismo literario de influencia francesa de principios del siglo XX, fue Ministro de Fomento y funcionario público honesto, diplomático, parlamentario; el Dr. Félix Quintero Paz Castillo, en Obras y Comunicaciones, importante ingeniero, abogado, educador, ministro, y político, asesorado por los eminentes científicos ingenieros Alfredo Jahn, Luis Hedderich y Manuel Herrera Tovar, del personal técnico del Ministerio y mentes impulsoras del desarrollo y fomento tecnológico e invención en obras de ingeniería; el Dr. Pedro Manuel Brito González, en la Judicial y Régimen Penitenciario, abogado, historiador, diplomático, político y académico; J.M. Espíndola, en la de Rentas, Ejidos y Estadística; y el Dr. Pedro Hermoso Tellería, en la Comisión de Registro Civil, quien era abogado, escritor  y también académico. De ese rango, era la coordinación del debate en este encuentro de mentes lúcidas y aventajadas. Por supuesto, el Dr. Hernández, se incorporó a la Comisión presidida por el Dr. Rísquez.  

Los interesantes y profundos debates de las Comisiones del Congreso duraron hasta el 30 de abril. Luego, el 1° de mayo de 1911, se procedió a leer y discutir en plenaria los informes presentados; el Dr. Rísquez, como presidente de la Comisión de Sanidad, fue leyendo y explicando cada una de las resoluciones correspondientes, acaso haciendo énfasis en las inquietudes y propuestas del Dr. Hernández.   

Dicha Comisión de Trabajo, elaboró un conjunto de resoluciones entre las que destacaron: <<la necesidad de iniciar una campaña contra zancudos y ratas, el nombramiento de un médico y un veterinario (como mínimo) por cada municipio, la necesidad de elaborar un Código Nacional de Higiene y Salubridad, así como de fundar nuevos hospitales y centros asistenciales… la promoción de obras públicas tales como acueductos, carreteras y caminos>>; también prestar atención a la << higiene escolar>> (Harwich Vallenilla); de tal manera que, hubo un resultado intelectual en la Comisión de Sanidad, donde participaron Rísquez, Razetti y José Gregorio Hernández, de esa generación de médicos humanistas, científicos y éticos, los más avanzados profesionales de las ciencias médicas promoviendo ideas y propuestas de transformación, para lograr un sistema de salud hospitalaria, asistencial y sanitarista, acorde con el avance de la ciencia y con los nuevos tiempos.

El año anterior, 1910, por Decreto del 6 de enero, el Pdte. Gómez, había creado la Dirección de Higiene y Salubridad Públicas, adscrita al Ministerio de Relaciones Interiores, igualmente creó un Consejo Superior en esta materia, en el que participaron los profesores que regentaban cátedras relacionadas, en la Universidad Central, entre ellos el Dr. José Gregorio Hernández.  Se daban así, los primeros pasos hacia la sinceración y creación de un sistema de salud pública y del futuro Ministerio de Sanidad. 

         Fueron diversos informes y disímiles problemas que se abordaron, así como, variadas las propuestas aprobadas entre ellas, <<la construcción de escuelas, institutos de perfeccionamiento para maestros, así como la elaboración de textos escolares para alumnos y personal docente y la implementación de programas de «artes y oficios…la reforma del Código Civil para efectos de facilitar los registros, nombrando, además un inspector de Registro Civil por cada distrito>> (Ídem); propuestas en el campo de la educación, que dan una idea, del contexto histórico y de las condiciones precarias en las que marchaba el país.  

Señala el mismo comentarista, que si bien en la práctica, las resoluciones del Congreso de Municipalidades fueron en gran parte ignoradas, aún después <<de la publicación en 1913 de Actas y conclusiones del evento, los informes, analizados durante las sesiones del Congreso, permiten tener una visión global de la situación del país en la primera década del siglo XX, con una precisión que pocos documentos estadísticos de la época han logrado alcanzar>>;  allí hubo aportes importantes y certeros, incluidos,  los del Dr. José Gregorio Hernández.

Dos interesantes conclusiones apunta el historiador Harwich Vallenilla, sobre el tema, <<Las reformas propuestas en las resoluciones han sido, de hecho, retomadas prácticamente en todos los programas de desarrollo aplicados en Venezuela desde entonces>>; agregando otra, que, <<el Congreso de Municipalidades de 1911 ha sido, hasta ahora, el primero y único evento de su género celebrado en el país después de la independencia>> (Ídem); es posible, que siga conservando ese sitial, incluyendo las propuestas de nuestro ilustre Médico, Sabio y próximo Santo.

Al terminar la lectura y aprobación de los acuerdos y propuestas de cada una de las Comisiones, tomó la palabra el Dr. César Zumeta, con su típico rictus facial y frotándose las manos, quien en nombre del general Linares y del Presidente Gómez, dio palabras de agradecimiento a todos los participantes, cerrando así, el magistral evento. 

En la puerta del salón del Congreso, está el Dr. Razetti con el Dr. Rísquez, cuando ve saliendo al Dr. Hernández y le dice: 

- Bueno, mi estimado José Gregorio, se hizo lo que se pudo, dentro de nuestros limitados conocimientos. Y le agrega el Dr. Rísquez:

- Ojalá el gobierno comprenda y realice alguna de las propuestas sanitaristas. El Dr. José Gregorio Hernández, para despedirse como lo haría otro médico a sus colegas, de forma muy sencilla les dijo:

- Amigos míos, como cantaba Ovidio, démosle tiempo al tiempo, que es siempre la mejor medicina. Y con una sobresaliente y espiritual sonrisa, les estrechó las manos y dijo en perfecto y claro francés: ¡Au revoir!

*

Para muchos será agradable conocer la diversa y compleja pluralidad de hechos, experiencias, valoración de lugares, paisajes, tiempos y enseñanzas que nos dejó este médico trujillano, el que nos adecentó la vida. El precedente pasaje histórico, en el que participó en 1911, revela un aspecto importante de sus cualidades personales, la de un ciudadano ejemplar, consciente de su responsabilidad, preocupado por la salud social, más allá del apostolado cumplido como profesional de la medicina y de sus investigaciones científicas. Un sabio que aportó su conocimiento y sabiduría al servicio de su pueblo: el principal elemento de su Patria venezolana. Por eso, este sencillo recordatorio. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta.

Cuando Don Mario entró a la Academia, acompañado de El Conquistador Español

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