sábado, 20 de septiembre de 2025

Pasamos la 15 y nos fuimos a la 16 de don Mario

Por Oswaldo Manrique (*)

Les aseguro que no fue en Valera, en uno de esos días en que me toca casi duchado de sudor, luego de mis diligencias de trabajo en la casa de la “Dama Ciega”, sí, la del Cañón, ir a buscar buseta para subir a La Puerta, a eso de las 3 de la tarde, y ya sentado, requerirle un jugo enhielado al atento Freddy.  

Ese día, me ocurrió algo relacionado con lo que veo muy a menudo y me mueve la incertidumbre desde hace muchos años, que resume una conducta de gente de mi pueblo, que labora y explota los recursos económicos de La Puerta, pero que no les gusta vivir allí, si no en las urbanizaciones de la ciudad de Valera, en una especie de inexplicable quiebre de la relación afectiva con el terruño. Fue la expresión: <<El venezolano no tiene la “pasión del paisaje” que contribuye a que “se sirva” en función de luz y de color el poder de la tierra nutricia>>; esta frase, me dio la clave y respuesta. En muchos casos se tiende a conocer, comentar, favorecer y querer con detalle otros paisajes foráneos, de otros países y latitudes, más que los criollos. La Puerta, la califican en el ámbito político-administrativo,  como “foránea”, aunque Parroquia que forma parte de un Municipio, en la narrativa de los políticos, es foránea (del mismo modo Mendoza), ahí comienza la debilidad o falta del sentido geográfico o espacial, o geosocial y geohistórico. Pero, no me detuve ahí por mucho tiempo, sino que me fui a la 16.

Antes se la señalé y la comenté al profesor Leonardo Paredes, quien sonrió y continuamos hacia otro destino: nos fuimos a la 16 de Don Mario.  Mi buen amigo y vecino, el profesor Paredes, me invitó a su casa para que escuchara y conversara sobre una canción que esta componiendo a propósito de sus actividades de investigación cultural y aprovechar tomar su perfumado té de Hojas del Paraíso.    

En la 16, tuve que prestar atención con detenimiento, no estaba frente a una simple vía o callejuela de la región, estaba ante todo un monumento a la formación de ciudadanía, que expresa su vigencia sobre diversas y conexas crisis que preocupa a buena parte del país: ¿Cómo unirnos para la defensa de nuestro “canon” histórico y de nuestros intereses nacionales, cuando pululan las circunstancias que nos conducen a la feroz discordia? Absolutamente vigente ese obelisco. Unos pensarán es complejo el asunto, por ser producto de correrle la arruga a ciclos de desequilibrio del país político otros dirán facilitémosles tiempo al tiempo, o el experto del caoísmo que nos convocará a esperar la crisis, porque ella misma generará su salida, sin embargo, el asunto es de reflexión y de toma de conciencia histórica.

La pluma dinámica y certera de Don Mario, trató en cortico el crudo tema de la pasión de nuestro pueblo por la excelsa libertad, por la que salió a luchar por ella, mucho más allá de nuestras fronteras, contra la monarquía española. Era la República, su construcción o nada. Y de esa forma, creció en los venezolanos el brillo de la gloria que es <<tan peligrosa como la desgracia>>, y le hizo olvidar que la libertad es una lucha diaria, y creyendo que la había ganado para siempre, confió su cuido a mandones, creyendo en el discurso de caudillos, gamonales y demagogos que lucraban en el ejercicio del poder público, <<fácil le fue cambiar el culto a Páez por la veneración a Antonio Leocadio Guzmán, y fluctuando entre Guzmanes y Páez de menor cuantía, ha pasado sus mejores años olvidado de sí mismo, de su deber y de su historia>> (Mario Briceño Iragorry. Mensaje Sin Destino. 61, 62, 63. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo. 2014). El tema visto de esta manera es corto, pero de mucho valor y significación. Salía a esa hora de neblina, desde la cocina, un sabroso olor a melado con los aliños de las acemas.   

Teníamos que volver a enfocarlo y lo releímos. Pero es que además con esa sabiduría y estilo, Briceño, nos descarnó y explicó cómo se fue generando desde los tiempos tempranos el germen y sentimiento pretoriano y el declive del civilismo de nuestra sociedad  que, según él, <<jamás pudo prestar oídos a la palabra austera y ductora de los Fermín Toro y los Cecilio Acosta. A Vargas dio espaldas, cuando advirtió que Páez estaba deshaciendo su comedia civilista. De haberlos escuchado, habría advertido que los hombres de la inteligencia le señalaban por norma, junto con los de la libertad, los signos de la justicia y del deber>> (ídem), lamentable, estos signos no permearon la conciencia de la mayoría que idealiza una Venezuela democrática y republicana, pero solo imaginaria, lo que indica, que al no tener objetivos determinados, tampoco sabía por cuál calle andar. 

Mi amigo Leonardo, aprovechando la Semana Santa de este flamante 2025, fue saliendo de algunos libros repetidos, que seleccionó conociendo mis inclinaciones de lectura y me los había apartado en un mesón, para que me llevara los que quisiera. Escogí algunos que no tenia; pero sucedió algo inesperado: si bien tengo un ejemplar de una vieja edición que leí hace muchos años, que me obsequió la profesora Carmen Angulo de Hernández, me dio esa tarde por ser egoísta, y tomar otro ejemplar de Mensaje Sin Destino, porque el papel es de mejor calidad y lo fui revisando físicamente y hojeando, hasta que llegué al segmento N° 16, ahí pasó lo que les estoy relatando, sin pensar que a los meses siguientes con mucha justeza por cierto, se le estaría recordando a Don Mario en su aniversario natal, y mucho mejor: su pensamiento. 

Es cierto, lo pude simplemente ver, ir directamente a las conclusiones de ensayo, u hojear la 16, para eso, son los ojos, pero, que automáticamente quieras observarla mas allá de ellos, es decir, prestarle atención como ejercicio de la interpretación, significación y sensibilidad, no es una  rutina  de enfoque ni de limpiar el sudor de los lentes.  

Les repito es corto: Don Mario nos enseña como si lo estuviésemos escuchando en un paraninfo o un aula magna o en un Ateneo, diciendo y resaltando que efectivamente hubo el prestigio y la brillantez de ciertos próceres que libraron la batallas de nuestra edad heroica, y junto con ellos, estuvieron los hombres silenciosos y humildes, próceres también, que en traje civil delinearon nuestras instituciones democráticas como el trujillano nativo del Valle de Bomboy, Domingo Briceño Briceño "El Negro", hermano del "Diablo" Antonio Nicolás o Roscio o Sánz, Gual, Arévalo González, <<que dejaron mensajes destinados a tener eco y realidad en el futuro. En el futuro de ellos, que es el presente nuestro>> (ídem). Esto es lapidario. Lo señaló, lo mostró y hasta enseñó el sendero reflexivo. 

Ustedes se imaginan al maestro Briceño Iragorry, con su cuerpo cargado de años, caminando lentamente a la 1 de la tarde, por una de las calles actuales de Valera, quizás de la 15 a la 16, viendo motorizados unos de taxistas y otros haciendo motopíruetas en horas laborales, enfluxado, caluroso, puntual, con rostro circunspecto, en dirección a disertar en una conferencia abarrotada de asistentes, sobre la crisis de país y de nacionalidad, y que estando sobre el escenario, exponiendo en su lengua materna, dando ejemplos, metáforas, experiencias, el mundo, y en lo más emocionante de su exposición, fallara el sonido o la electricidad. Es bastante probable que lo tomara con buen humor, irónico o de chanza, pero siempre en función didáctica, para eso, es icono de nuestra idiosincrasia y espiritualidad: es trujillano.

Parece rígido, porque Mensaje Sin Destino fue publicado varias veces, incluyendo una edición revisada en 1951, pero no lo es, fíjense lo emocionante que es, recordarnos la vida, pero con sentido y sin aburrimiento, ¿Quién no se sorprendería que le dijeran es que usted nació para olvidarse de todo? Alguna reacción o respuesta satírica o virulenta tendrá. El texto sirve, para reflexionar e interpelarnos en la realidad actual: hacia dónde conducen estos cauces de la 1 a la 17 de Mensaje Sin Destino, en estos momentos de hechos dramáticos en la política, la economía, la mundialización de la violencia, narcotráfico, genocidio en el mundo, la vorágine tecnológica y de redes sociales, o de lo que han dado en llamar temas banales sobre opulencia y degradación de la mujer. Él, afirmaba que, copiar y valorar novedades y falsos atributos de cultura, olvidando los nuestros, se debe a <<nuestro empeño de olvidar y de improvisar ha sido la causa primordial de que el país no haya logrado la madurez que reclaman los pueblos para sentirse señores de sí mismos>>; ¿existe algo más claro y más corto que esto, acerca del tema?  

*

Qué admirable, interesante y compleja fue la vida de Don Mario Briceño Iragorry, intelectual y humanista, profundo conocedor de la realidad de su tiempo, quien iluminó senderos para corregir los grandes males de la República. Asimismo, me atrevo a decir que llena de paradojas, muy agitada, exilios, preocupado por el acontecer del mundo, hispano américa, y fundamentalmente Venezuela. 

De valores cristianos, humanistas, solidarios, destaca el nivel de tolerancia y compasión que demostró don Mario, con los que le hicieron daño, ademas, ser tan reflexivo, sincero, que se atrevió a confesarse no ante un cura, sino ante todo el que se permitiera leerlo, cuando escribió lo siguiente <<como soy hombre aparte de grupos y partidos, carezco de pararrayos que me defiendan. Soy apenas yo mismo. Calumniado, negado, vilipendiado, incomprendido, desdeñado por la clase en que me formé, atacado por la familia en que nací, perseguido por los mismos a quienes ayer vigilé en espera de que brillase el lucero del alba, a veces creo que mis denostadores tengan razón de presentarme como una criatura despreciable>> (Cartas con destino. Correspondencia inédita. 275. Caracas. 1998), sin contar los palos que le dieron en Madrid los esbirros de la dictadura a su desgastado cuerpo. 

 Sabio maestro, ya al final de la 16, sin ver el retorno, como en pared grande, escribió una reflexión de gran vigencia y valor social para todos los lectores: <<Ayudar al pueblo es por ello nuestro deber presente. A un pueblo que no está debajo de nosotros, en función de sucedáneo para nuestro servicio, sino del cual nosotros, somos mínima parte y expresión veraz. Debemos ayudarlo, no a que grite, como aconsejan los demagogos, ni a que olvide sus desgracias, como indican los conformistas del pesimismo, sino a que reflexione sobre sí mismo, sobre su deber y su destino>>; la 16, es una de las guías para buscar esa unidad necesaria para lograr resolver problemas fundamentales que tanto afectan a los trujillanos. 

 Considero un deber y en efecto aquí lo hago, expresar la enhorabuena a todas las entidades, sociedades, organismos, grupos, historiadores, profesionales e individualidades, que este año, han realizado aporte importante, para rescatar y difundir el pensamiento del insigne trujillano  Don Mario Briceño Iragorry, en el centésimo vigésimo octavo aniversario de su natalicio.

El profesor Leonardo, ese día, ni me cantó su nueva composición, y mucho menos me brindó el agradable y tranquilizante té prometido, me regaló Mensaje Sin Destino. Así fueron las cosas, como diría el recordado Oscar.

Imágenes: Portada de Mensaje Sin Destino, edición de Monteavila Editores. Caricatura de Ugo Ramallo. 

(*) Portador Patrimonial Histórico y Cultural de La Puerta

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