Ramón Volcán El "Cholo" (Dirigente campesino de La
Maraquita).
Oswaldo
Manrique.
La llegada del "Cholito" Ramón, alegró al
Patriarca de los Volcanes.
El patriarca de los Volcanes, lo
observa, lo sigue, lo protege y le
asignó el apelativo que sintetizó las características que desde su óptica, él
le vio. Cuando ya caminaba y corría y se daba sus botes, le reía las rodadas y
caídas, porque el muchacho era muy
robusto, se la pasaba comiendo, andaba careto entre restos de comida y la
tierra adherida en sus juegos. Lo llamó "Cholito". Si
hubo alguien, en los tiempos de ancianidad del recordado montonero, que fue su
preocupación y dedicación, fue su nieto Ramón, el hijo de su hija Micaela Volcán
con Mario Torres, aunque este no lo reconoció
legalmente. Micaela, murió en un accidente en una acequia en La Maraquita.
Ramón Volcán, nació en La Maraquita en el año 1923, murió en enero del
2015, a los 92 años. Ramón era hijo de Micaela Volcán, hija del legendario Mitrídates
Volcanes.
Gráfica 1.
Ramón Volcán, acondicionando el dique, en lo alto de La Maraquita, para
surtir de agua al pueblo de La Puerta, obra realizada por Mitrídates. También,
de dicha faena se coordinaba para el riego agrícola de la zona. Fotografía
cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.
El sentimiento paternal resurgió en Mitrídates,
con mayor tolerancia, y sus expresiones fueron para el recién nacido. Se
preocupaba por el niño, que no le faltara nada en su cuido y crianza. El
Cholito, fue a la escuela, todas las mañanas se paraba temprano para ir a La
Puerta, a estudiar en la escuela de primeras letras; le cumplía al abuelo, pero
le gustaba trabajar en el campo. El abuelo procuró entusiasmarlo, y lo
incentivaba, le iba dando de acuerdo a su parecer, animales domésticos,
gallinas, puercos, pavos, ovejos para que los fuera criando, luego le regaló
vacas. Cuando llegó a la mayoría de edad, el joven Ramón tenía sus propios
animales y ayuda para su economía doméstica.
Esa combinación de
sementeras, cercanas a la casa de la familia Volcanes en La Maraquita, con
inmediato huerto y un poco más allá, la granja abierta, con la cría de puercos,
chivos, ovejos y el espacio de las gallinas, pavos, orienta la cotidianidad de
los muchachos. En las mañanas, luego del ordeño de las vacas, para elaborar el
queso, la mantequilla, suero, Anita se terciaba la marusa de maíz y subía por
el camino lateral izquierdo, para encontrarse con las gallinas. Era una
actividad que había asumido como propia de ella. Disfrutaba echarles maíz,
verlas picar y hasta hablar con ellas.
Gráfica 4. Anita
la tuñeca, mamá de Pablo Volcán, empresario de la zona. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.
Las miraba,
observaba a las cluecas, igual al viejo gallo y a los más jóvenes en sus peleas
y correderas, lo que le daba temas para compartir con sus hermanas Vitalosia y
Victoria, y los sobrinos. Ya conocía el sonido que despedía cada gallina vieja;
a veces, estando frente al fogón, se le escucho un chito, para anunciar cuando
iban a cantar los gallos. Buscaba con tiempo, los huevos, que en cesta le
daba a Ramón, el "Cholito", para que fuera al pueblo casa por casa a
venderlos. Esto ayudaba a la economía doméstica.
El abuelo Mitrídates y sus aventuras con el taita Sandalio.
La historia guerrera del abuelo Mitrídates
Volcanes, se inició desde su tempranas agitación
juvenil, como peón y sirviente al igual que su familia, de un esclavista
hacendado en Pueblo Llano, pudo percibir directamente en carne propia, el
régimen de explotación, lo que lo hizo un ser inconforme, que vio como única
opción para el campesino pobre, incorporarse a las tropas de los caudillos
revolucionarios que andaban por la cordillera, que defendían a la facción de
los liberales o bien a la de los “godos” o “ponchos” Araujo-Baptista, lo que
era una constante lucha guerrillera por dominar el poder político en la región
andina.
Gráfica 3. Cornelio, hijo de Mitrídates, muy buen
labriego pero era mudo, a su lado, su sobrino Ramón el Cholito, Pedro hijo de
Anita Volcán y Martín Sulbarán, Carlos Volcán el profesor, recientemente
fallecido, y Oscar Volcán. Fotografía
cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.
Cuando se incorpora a las huestes de
campesinos, peones, compadres, indígenas, parientes, socios y gente en
situación precaria y sin futuro, del afamado Sandalio Ruz, lo hizo porque vio
que estaban sus iguales, en las mismas condiciones socioeconómicas. El
jefe, republicano nacionalista perteneciente al bando de los ponchos, defensor
de la Constitución y de ideas allí plasmadas, era la de construir la república
de los buenos ciudadanos, es decir, aquellos que deben tener propiedad, todos
los buenos ciudadanos debían tener su propiedad, con la cual trabajar, de la
cual vivir, obtener ingresos y sostener a su familia y prosperar.
Su idea giraba en que cada campesino
tuviera su parcela de tierra, su siembra y sus animales, especie de granjeros,
pero a la vez, ese campesino era un soldado del caudillo, defensor de sus
derechos. Se era parcelero y se era soldado, se era arrendatario y se era
tropa, para la defensa de la propiedad, de lo que considera suyo, lo propio,
campesino y tropa, a la vez, ese era el concepto de ciudadanía
republicana.
El sistema de propiedad que
propugnaba el coronel Ruz, era que la tierra es de quien la toma, desforesta,
la prepara, la siembra, consigue el riego y la hace producir, bien porque
la compre, herede o la ocupe en buenos términos. La propiedad bien lograda, con
esfuerzo, eso lo fue amasando en su pensamiento, y en su juventud madura,
cuando los ponchos se habían consolidado en el poder, y hubo calma social en el
país, comenzó a hablar con sus compañeros guerrilleros y sus colaboradores
cercanos como Pedro Torres, cuevas y otros, su idea de ocupar para sembrar un
área de tierra selvática, inhóspita, de zanjones y de deslave, que no la
sembraba nadie, perteneciente al antiguo resguardo indígena de La Puerta, y
establecerse allí y formar una comunidad campesina. Donde no se pagara
arriendo, ni se fuera peón ni sirviente ni esclavo. Fue así como se decidió con
sus compañeros, tomar la tierra de la Maraquita, con lo que se pondría en
propiedad de la misma, son despojar a nadie de lo suyo y siempre respetando al
pueblo, que para el justiciero coronel, era fundamental, respetar al pueblo.
Esas eran las ideas que sustento este guerrillero agrarista, libertario y nacionalista.
Aunque nunca se le considero idóneo
para cultivar, los hacendados desde que despojaron a los indígenas bomboyes en
1891, mediante un juicio fraudulento, se lo reservaban para ellos. Desafió Mitrídates a la naturaleza y a la hegemonía
de los terratenientes, los enfrentó y para que no quedara dudas, fijó y
construyó su casa, en un lateral de ese sitio, en el caserío el Pozo, desde
donde podía controlar La Maraquita. Fomentó
su familia con Micaela Sulbarán, su esposa, y procrearon a Eleuterio, Carmelito,
Vitalosia, Anita y Micaela Volcán, la madre del “Cholito” Ramón, allí nacieron, allí vivieron, se hicieron
adultos y gente de trabajo.
Bajo esas circunstancias geográficas
y marco histórico, este antiguo derrame o quebrada La maraquita, en la parroquia
andina La Puerta, en el estado Trujillo, Venezuela, cuya rivera servía de
primer camino de los aborígenes bomboyes y Timotes, fue desarrollando su idea
de lograr una envidiable tierra de labor agrícola; pero además, se fue
asentando una comunidad que hoy conocemos como la Flecha y la Maraquita.
El nombre de este derrame, surge de sus
portentosas características, nace en el Páramo de las Siete Lagunas, y pudo
haber sido bautizado con ese nombre por cualquier poblador español en la época
de las encomiendas. Lo que se sabe como información de los viejos vecinos, es
que cuando la quebrada desbordaba sus aguas en la montaña, desde la cabecera,
se escuchaba un ruido muy característico que asemejaba una maraca, que indicaba
la fuerza de su caudal, que muchas veces hizo estragos, lo que impedía que se
sembrara en ese lugar. Era una zona de deslave, representaba peligro para
cualquier inversión. Fueron sus zanjones y farallones de su cauce, el primero,
viejo y abandonado camino indígena que
conecta el pueblo de indios de La Puerta hasta su Páramo; al intervenir Mitrídates
con sus compañeros, volvió a verse, le realizaron el despedrado, corrección y
desmalezamiento y comenzó a ser usado nuevamente.
Gráfica 7. Panorámica de la casa materna del Cholito, en la zona de la Maraquita. Cronografía propia de este blog.
Fue la audacia, el conocimiento y la
intervención de Mitrídates y los campesinos que lo acompañaros en su
mayoría montoneros del coronel Sandalio Ruz, que lograron desde la cabecera del
derrame, ponerlo al servicio de la agricultura, creando canales y deposito para
aprovechar la lluvia, para el riego. De toda esta obra para vencer la
naturaleza, tuvo conocimiento Ramón el Cholito, que acompañaba a su abuelo, en
estas recorridas, y al morir éste, se encargó de no abandonarla, y mantenerla
como fuente de riqueza agrícola y sostenimiento de las familias. Se encargaba
del mantenimiento, limpieza, obras civiles del sistema de riego, de la caja de
agua, de los canales, luego la tubería; labor comunitaria que le traería cierto
respeto entre los campesinos.
El Cholito, sigue la huella de su abuelo en la acción social campesina.
A mediados del siglo XX, muy
anciano, muere Mitrídates, su nieto
Ramón, siguió atendiendo los negocios agrícolas del abuelo, además de que tenía
su parcela sembrada con buen cafetal,
pero las circunstancias del mercado, lo obligaron a cambiar y fue dedicándose a
las frutas, y de pronto, gozaba de un abundante cambural en estas tierras de La
Maraquita.
Gráfica 2. Acto
público en la plaza Bolívar de La Puerta, colocación de ofrenda floral al Padre
de la Patria, se observa de traje oscuro y camisa floreada a Ramón Volcán,
presidente de la Junta Comunal, acompañado del hoy Dr. Amado Araujo, del señor
Ricardo Parra y otras personalidades de esta localidad, 1973. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.
Desde joven le gustó la política local. Influenciado
por las ideas nacionalistas y libertarias de su abuelo Mitrídates, se incorporó
al partido Acción Democrática (AD), en el que militó durante toda su vida. Bien
afianzado en su trabajo campesino de La Maraquita, con relaciones en su
partido, y con un discurso sencillo, que calaba entre su gente, se le facilitó
y se postulo como candidato a Presidente de la Junta Comunal de La Puerta, a
los pocos meses, ganó las lecciones, lo juramentaron y asumió el cargo. Esto fue
en la década de los años 70, donde realizó una reconocida labor al servicio de
los campesinos de la comarca. Trabajó varios años en el
dique de La Marquita. En AD, sus compañeros campesinos eran: Eliseo Briceño y Germán
Lobo, de la Flecha; Juan Villarreal, del caserío San Pedro y otros tantos de
los distintos caseríos y montañas de La Puerta.
De anécdotas y otras narraciones.
Ramón, que siempre fue un jocoso
hombre con la familia, y le gustaba comentar las ocurrencias y anécdotas de sus
parientes, era un libro de relatos encantadores. Contaba que cuando sus
esporádicas visitas, se regresaba su tía Vitalosia a su casa, se le quedaba
mirando fijamente su andar, y sonreía al
verla caminar entera como si fuera una joven, y cargando sus 100 años a
cuestas. Las mujeres de su familia, estaban enteras y se quejaban poco por
cuestiones de enfermedades, estaba en buenas condiciones físicas y de
salud, repetía con sobriedad y gracia:
- era la gente de antes, era la gente de antes.
Un día estaban reunidos desayunando
alrededor del fogón de la casa de Mitrídates, y recibieron la noticia de que su
tío Eleuterio, que era un poco lento y algo supersticioso, al parecer, hacia
alardes de sus conocimientos esotéricos.
Se había ido a la zona baja, andaba en sus discretas y reservadas
misiones de ocultismo y allí, andando a su habitual velocidad, lo atropelló un
carro y murió. El comentario en la familia, fue, ya ven, no le valieron los
conocimientos que tenia de los poderes para vencer el mal y las otras fuerzas
misteriosas.
Cuando estaba en franca conversa y alguno de los interlocutores metía una
mentira, les soltaba: <<Bajú que
los muertos pen>>. Era una de sus farsas usuales, para espantar
bimboladas. Si estaba en su casa y veía
el día muy nublado, llamaba a la esposa: <<
¡Salga Victoria! que esto está pa’ besar
burros>>.
Gráfica 5. Vitalosia
Volcán, con su hermana Anita. Fotografía
cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.
Le encantaba escuchar a su taita Mitrídates, sus
relatos de la guerra de los 15 días, la insólita y justificada aventura contra
el Dictador Juan Vicente Gómez, la Patria es primera. Aunque con cierta nostalgia, el abuelo los
narraba una y otra vez, con pasión, con detalles, como si los estuviera
protagonizando de nuevo. Recordaba, las
visitas que le realizaban con bastante frecuencia, los personajes de la
política de la región a su “taita”. Era costumbre también ver a los “caciques”
y gamonales del pueblo en su casa, pidiéndole opinión a su abuelo.
Gráfica 6. Vitalosia
Volcán (primera de la izquierda), murió cuando tenía 100 años, Victoria Franco esposa de Ramón Volcán; sentada Anita, en la esquina Pedro su hijo, Ricardo Volcán hijo de victoria,
también está, Antonio y Carlos Volcán. Fotografía
cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.
- ¡Se las comieron todas! Fue la exclamación de
Anita, contándole a Victoria Franco, cuando esta ya se había casado con Ramón
Volcán. Anita, -según familiares-, procreó su hijo Pedro, en amores con el
hacendado Martín Sulbarán, murió en 1990, en La Puerta, tenía 80
años. Vitalosia, murió contando los 100 años de edad. Se trataba de la tropa de Sandalio Ruz, que llegó en tiempos de
inestabilidad nacional, a sus predios familiares. Pero luego de contarle la
historia, soltaba la expresión de su reacción e impotencia ante el hecho, y
agregó: - ¡y entre esos, estaba papá!
Se desarrollaba la guerra de los 15 días, fue el alzamiento en 1914,
contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, cuando éste, comenzó con la entrega
a empresas y gobiernos extranjeros las concesiones petroleras y mineras, así
como la entrega de gran parte del territorio del Sur de Venezuela. La llamada
guerra de los 15 días, fue el acto bélico campesino de corte nacionalista del
occidente, más relevante, conducido por los tres varones de la Cordillera de La
Puerta. Fueron días de armas, de tiros y machetes en estas montañas, bajo la
pisada rápida y polvorienta de las bestias.
La Puerta, mayo del 2021.
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