domingo, 30 de mayo de 2021

Ramón Volcán El "Cholo" (Dirigente campesino de La Maraquita)

 

Ramón Volcán  El "Cholo" (Dirigente campesino de La Maraquita).  



                    Oswaldo Manrique.




La llegada del "Cholito" Ramón, alegró al Patriarca de los Volcanes. 


El patriarca de los Volcanes, lo observa, lo sigue,  lo protege y le asignó el apelativo que sintetizó las características que desde su óptica, él le vio. Cuando ya caminaba y corría y se daba sus botes, le reía las rodadas y caídas,  porque el muchacho era muy robusto, se la pasaba comiendo, andaba careto entre restos de comida y la tierra adherida en sus juegos.  Lo llamó "Cholito".  Si hubo alguien, en los tiempos de ancianidad del recordado montonero, que fue su preocupación y dedicación, fue su nieto Ramón, el hijo de su hija Micaela Volcán con Mario Torres, aunque este no lo reconoció legalmente. Micaela, murió en un accidente en una acequia en La Maraquita.

Ramón Volcán, nació en La Maraquita en el año 1923, murió en enero del 2015, a los 92 años. Ramón era hijo de Micaela Volcán, hija del legendario Mitrídates Volcanes.


Gráfica 1.  Ramón Volcán, acondicionando el dique, en lo alto de La Maraquita, para surtir de agua al pueblo de La Puerta, obra realizada por Mitrídates. También, de dicha faena se coordinaba para el riego agrícola de la zona. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.

El sentimiento paternal resurgió en Mitrídates, con mayor tolerancia, y sus expresiones fueron para el recién nacido.  Se preocupaba por el niño, que no le faltara nada en su cuido y crianza.  El Cholito, fue a la escuela, todas las mañanas se paraba temprano para ir a La Puerta, a estudiar en la escuela de primeras letras; le cumplía al abuelo, pero le gustaba trabajar en el campo. El abuelo procuró entusiasmarlo, y lo incentivaba, le iba dando de acuerdo a su parecer, animales domésticos, gallinas, puercos, pavos, ovejos para que los fuera criando, luego le regaló vacas. Cuando llegó a la mayoría de edad, el joven Ramón tenía sus propios animales y ayuda para su economía doméstica. 

Esa combinación de sementeras, cercanas a la casa de la familia Volcanes en La Maraquita, con inmediato huerto y un poco más allá, la granja abierta, con la cría de puercos, chivos, ovejos y el espacio de las gallinas, pavos, orienta la cotidianidad de los muchachos. En las mañanas, luego del ordeño de las vacas, para elaborar el queso, la mantequilla, suero, Anita se terciaba la marusa de maíz y subía por el camino lateral izquierdo,  para encontrarse con las gallinas. Era una actividad que había asumido como propia de ella. Disfrutaba echarles maíz, verlas picar y hasta hablar con ellas.

Gráfica 4.  Anita la tuñeca, mamá de Pablo Volcán, empresario de la zona. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.


Las miraba, observaba a las cluecas, igual al viejo gallo y a los más jóvenes en sus peleas y correderas, lo que le daba temas para compartir con sus hermanas Vitalosia y Victoria, y los sobrinos. Ya conocía el sonido que despedía cada gallina vieja; a veces, estando frente al fogón, se le escucho un chito, para anunciar cuando iban a cantar los gallos.  Buscaba con tiempo, los huevos, que en cesta le daba a Ramón, el "Cholito", para que fuera al pueblo casa por casa a venderlos. Esto ayudaba a la economía doméstica. 


El abuelo Mitrídates y sus aventuras con el taita Sandalio.


La historia guerrera del abuelo Mitrídates Volcanes, se inició desde su tempranas agitación juvenil, como peón y sirviente al igual que su familia, de un esclavista hacendado en Pueblo Llano, pudo percibir directamente en carne propia, el régimen de explotación, lo que lo hizo un ser inconforme, que vio como única opción para el campesino pobre, incorporarse a las tropas de los caudillos revolucionarios que andaban por la cordillera, que defendían a la facción de los liberales o bien a la de los “godos” o “ponchos” Araujo-Baptista, lo que era una constante lucha guerrillera por dominar el poder político en la región andina. 

Gráfica 3.   Cornelio, hijo de Mitrídates, muy buen labriego pero era mudo, a su lado, su sobrino Ramón el Cholito, Pedro hijo de Anita Volcán y Martín Sulbarán, Carlos Volcán el profesor, recientemente fallecido, y Oscar Volcán. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.


Cuando se incorpora a las huestes de campesinos, peones, compadres, indígenas, parientes, socios y gente en situación precaria y sin futuro, del afamado Sandalio Ruz, lo hizo porque vio que estaban sus iguales, en las mismas condiciones socioeconómicas. El jefe, republicano nacionalista perteneciente al bando de los ponchos, defensor de la Constitución y de ideas allí plasmadas, era la de construir la república de los buenos ciudadanos, es decir, aquellos que deben tener propiedad, todos los buenos ciudadanos debían tener su propiedad, con la cual trabajar, de la cual vivir, obtener ingresos y sostener a su familia y prosperar. 

Su idea giraba en que cada campesino tuviera su parcela de tierra, su siembra y sus animales, especie de granjeros, pero a la vez, ese campesino era un soldado del caudillo, defensor de sus derechos. Se era parcelero y se era soldado, se era arrendatario y se era tropa, para la defensa de la propiedad, de lo que considera suyo, lo propio, campesino y tropa, a la vez, ese era el concepto de ciudadanía republicana. 

El sistema de propiedad que propugnaba el coronel Ruz, era que la tierra es de quien la toma, desforesta, la prepara, la siembra,  consigue el riego y la hace producir, bien porque la compre, herede o la ocupe en buenos términos. La propiedad bien lograda, con esfuerzo, eso lo fue amasando en su pensamiento, y en su juventud madura, cuando los ponchos se habían consolidado en el poder, y hubo calma social en el país, comenzó a hablar con sus compañeros guerrilleros y sus colaboradores cercanos como Pedro Torres, cuevas y otros, su idea de ocupar para sembrar un área de tierra selvática, inhóspita, de zanjones y de deslave, que no la sembraba nadie, perteneciente al antiguo resguardo indígena de La Puerta, y establecerse allí y formar una comunidad campesina. Donde no se pagara arriendo, ni se fuera peón ni sirviente ni esclavo. Fue así como se decidió con sus compañeros, tomar la tierra de la Maraquita, con lo que se pondría en propiedad de la misma, son despojar a nadie de lo suyo y siempre respetando al pueblo, que para el justiciero coronel, era fundamental, respetar al pueblo. Esas eran las ideas que sustento este guerrillero agrarista, libertario y nacionalista. 

Aunque nunca se le considero idóneo para cultivar, los hacendados desde que despojaron a los indígenas bomboyes en 1891, mediante un juicio fraudulento, se lo reservaban para ellos. Desafió Mitrídates a la naturaleza y a la hegemonía de los terratenientes, los enfrentó y para que no quedara dudas, fijó y construyó su casa, en un lateral de ese sitio, en el caserío el Pozo, desde donde  podía controlar La Maraquita. Fomentó su familia con Micaela Sulbarán, su esposa, y procrearon a Eleuterio, Carmelito, Vitalosia, Anita y Micaela Volcán, la madre del “Cholito” Ramón,  allí nacieron, allí vivieron, se hicieron adultos y gente de trabajo.

Bajo esas circunstancias geográficas y marco histórico, este antiguo derrame o quebrada La maraquita, en la parroquia andina La Puerta, en el estado Trujillo, Venezuela, cuya rivera servía de primer camino de los aborígenes bomboyes y Timotes, fue desarrollando su idea de lograr una envidiable tierra de labor agrícola; pero además, se fue asentando una comunidad que hoy conocemos como la Flecha y la Maraquita. 

 El nombre de este derrame, surge de sus portentosas características, nace en el Páramo de las Siete Lagunas, y pudo haber sido bautizado con ese nombre por cualquier poblador español en la época de las encomiendas. Lo que se sabe como información de los viejos vecinos, es que cuando la quebrada desbordaba sus aguas en la montaña, desde la cabecera, se escuchaba un ruido muy característico que asemejaba una maraca, que indicaba la fuerza de su caudal, que muchas veces hizo estragos, lo que impedía que se sembrara en ese lugar. Era una zona de deslave, representaba peligro para cualquier inversión. Fueron sus zanjones y farallones de su cauce, el primero, viejo y abandonado  camino indígena que conecta el pueblo de indios de La Puerta hasta su Páramo; al intervenir Mitrídates con sus compañeros, volvió a verse, le realizaron el despedrado, corrección y desmalezamiento  y comenzó a ser usado nuevamente. 

Gráfica 7. Panorámica de la casa materna del Cholito, en la zona de la Maraquita. Cronografía propia de este blog. 


Fue la audacia, el conocimiento y la intervención de Mitrídates y los campesinos que lo acompañaros  en su mayoría montoneros del coronel Sandalio Ruz, que lograron desde la cabecera del derrame, ponerlo al servicio de la agricultura, creando canales y deposito para aprovechar la lluvia, para el riego. De toda esta obra para vencer la naturaleza, tuvo conocimiento Ramón el Cholito, que acompañaba a su abuelo, en estas recorridas, y al morir éste, se encargó de no abandonarla, y mantenerla como fuente de riqueza agrícola y sostenimiento de las familias. Se encargaba del mantenimiento, limpieza, obras civiles del sistema de riego, de la caja de agua, de los canales, luego la tubería; labor comunitaria que le traería cierto respeto entre los campesinos.


El Cholito, sigue la huella de su abuelo en la acción social campesina.

A mediados del siglo XX, muy anciano,  muere Mitrídates, su nieto Ramón, siguió atendiendo los negocios agrícolas del abuelo, además de que tenía su parcela sembrada con buen  cafetal, pero las circunstancias del mercado, lo obligaron a cambiar y fue dedicándose a las frutas, y de pronto, gozaba de un abundante cambural en estas tierras de La Maraquita.

Gráfica 2.  Acto público en la plaza Bolívar de La Puerta, colocación de ofrenda floral al Padre de la Patria, se observa de traje oscuro y camisa floreada a Ramón Volcán, presidente de la Junta Comunal, acompañado del hoy Dr. Amado Araujo, del señor Ricardo Parra y otras personalidades de esta localidad, 1973. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.  

Desde joven le gustó la política local. Influenciado por las ideas nacionalistas y libertarias de su abuelo Mitrídates, se incorporó al partido Acción Democrática (AD), en el que militó durante toda su vida. Bien afianzado en su trabajo campesino de La Maraquita, con relaciones en su partido, y con un discurso sencillo, que calaba entre su gente, se le facilitó y se postulo como candidato a Presidente de la Junta Comunal de La Puerta, a los pocos meses, ganó las lecciones, lo juramentaron y asumió el cargo. Esto fue en la década de los años 70, donde realizó una reconocida labor al servicio de los campesinos de la comarca. Trabajó varios años en el dique de La Marquita. En AD, sus compañeros campesinos eran: Eliseo Briceño y Germán Lobo, de la Flecha; Juan Villarreal, del caserío San Pedro y otros tantos de los distintos caseríos y montañas de La Puerta.


De anécdotas y otras narraciones.

Ramón, que siempre fue un jocoso hombre con la familia, y le gustaba comentar las ocurrencias y anécdotas de sus parientes, era un libro de relatos encantadores. Contaba que cuando sus esporádicas visitas, se regresaba su tía Vitalosia a su casa, se le quedaba mirando fijamente su andar,  y sonreía al verla caminar entera como si fuera una joven, y cargando sus 100 años a cuestas. Las mujeres de su familia, estaban enteras y se quejaban poco por cuestiones de enfermedades, estaba en buenas condiciones físicas y de salud,  repetía con sobriedad y gracia:

 - era la gente de antes, era la gente de antes.

Un día estaban reunidos desayunando alrededor del fogón de la casa de Mitrídates, y recibieron la noticia de que su tío Eleuterio, que era un poco lento y algo supersticioso, al parecer, hacia alardes de sus conocimientos esotéricos.  Se había ido a la zona baja, andaba en sus discretas y reservadas misiones de ocultismo y allí, andando a su habitual velocidad, lo atropelló un carro y murió. El comentario en la familia, fue, ya ven, no le valieron los conocimientos que tenia de los poderes para vencer el mal y las otras fuerzas misteriosas. 

Cuando estaba en franca conversa y alguno de los interlocutores metía una mentira, les soltaba: <<Bajú que los muertos pen>>. Era una de sus farsas usuales, para espantar bimboladas.  Si estaba en su casa y veía el día muy nublado, llamaba a la esposa: << ¡Salga Victoria!  que esto está pa’ besar burros>>.


Gráfica 5.  Vitalosia Volcán, con su hermana Anita. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.


 Le encantaba escuchar a su taita Mitrídates, sus relatos de la guerra de los 15 días, la insólita y justificada aventura contra el Dictador Juan Vicente Gómez, la Patria es primera.  Aunque con cierta nostalgia, el abuelo los narraba una y otra vez, con pasión, con detalles, como si los estuviera protagonizando de nuevo.  Recordaba, las visitas que le realizaban con bastante frecuencia, los personajes de la política de la región a su “taita”. Era costumbre también ver a los “caciques” y gamonales del pueblo en su casa, pidiéndole opinión a su abuelo.

Gráfica 6.  Vitalosia Volcán (primera de la izquierda), murió cuando tenía 100 años, Victoria Franco esposa de Ramón Volcán; sentada Anita, en la esquina Pedro su hijo, Ricardo Volcán hijo de victoria, también está, Antonio y Carlos Volcán. Fotografía cortesía de Oscar y Ayarid Volcán.


 - ¡Se las comieron todas!  Fue la exclamación de Anita, contándole a Victoria Franco, cuando esta ya se había casado con Ramón Volcán. Anita, -según familiares-, procreó su hijo Pedro, en amores con el hacendado Martín Sulbarán, murió en 1990, en La Puerta, tenía 80 años. Vitalosia, murió contando los 100 años de edad. Se trataba de la tropa de Sandalio Ruz, que llegó en tiempos de inestabilidad nacional, a sus predios familiares. Pero luego de contarle la historia, soltaba la expresión de su reacción e impotencia ante el hecho, y agregó: - ¡y entre esos, estaba papá!  Se desarrollaba la guerra de los 15 días, fue el alzamiento en 1914, contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, cuando éste, comenzó con la entrega a empresas y gobiernos extranjeros las concesiones petroleras y mineras, así como la entrega de gran parte del territorio del Sur de Venezuela. La llamada guerra de los 15 días, fue el acto bélico campesino de corte nacionalista del occidente, más relevante, conducido por los tres varones de la Cordillera de La Puerta. Fueron días de armas, de tiros y machetes en estas montañas, bajo la pisada rápida y polvorienta de las bestias.


La Puerta, mayo del 2021.

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