<<Señora Leonor>>.
Oswaldo
Manrique Ramírez.
La sensibilidad y firmeza de la mujer puertense.
María Leonor Paredes
de Rivero: nació en La Puerta, estado Trujillo, en un pequeño caserío
denominado antiguamente El Charcal, situado al suroeste de dicha Parroquia, el
13 de marzo de 1913. Sus padres Pablo Paredes y Lucía Toro, era la hija mayor
de este matrimonio, por lo que le correspondió asumir responsabilidades dentro
de la casa y para con sus hermanos menores;
sus estudios de primeras letras los hizo en su casa, teniendo como guía
a su hermana Aurelia, quien estudiaba en la Escuela que funcionaba en el Censo.
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María Leonor Paredes de Rivero, la <<señora Leonor>>. Gráfica cortesía de Antonio Linio Rivero. |
Se casó en 1935 con Martín Rivero, el
maestro del Censo, con quien procreó 6 hijos: José Américo, Antonio Lino, Emma
Rosa, José Américo, Carmen Delia y Misael Antonio Rivero Paredes. Con su
esposo, fue admiradora de uno de los caudillos nacionalistas de la Cordillera
de la Culata, el coronel Américo Burelli,
por eso, a dos de sus hijos les puso por nombre Américo (Conversación
con Antonio Lino Rivero. La Puerta, enero 2022).
Eran tiempos del llamado Gomecismo,
del Amo único, de una ruralidad cargada de violencia y de precarias condiciones
económicas, educacionales y de salud, además del escaso trabajo en la
agricultura y la cría de La Puerta.
En el caserío El Censo, vivieron
hasta 1940, año en el que la joven pareja y su prole, decidieron mudarse al
sector San Martín, en la vía al Portachuelo, hoy La Lagunita, en una finca
propiedad de la Sucesión Rafael González, estaban cerca de donde vivía la mama
de Martín. Llegó un momento en que la finca la vendían en tres mil bolívares, y
él no tenía el dinero para comprarla, y tuvo que entregarla, la compró Numa
Viloria, hijo de Don Lucio Viloria, quien fue maestro de Martin en 1915, en la
Escuela de La Puerta; y se mudaron a El
Pozo, a una finca del hacendado Antonio Carrasquero, donde Martin pasó a
sembrar como medianero.
Relata su hijo Antonio Lino, que, su
mamá mujer decidida, se mudó, bajó con sus muchachos a finales del año 1942, al
casco de La Puerta, y se alojó <<provisionalmente en una habitación que les cedió doña Elba Bello,
quien era madrina de una de sus hijas. Mientras construían su casa de
habitación en un terreno que había comprado su esposo, ubicado en la calle de
abajo (Páez) en el año 1942, era un amplio solar de 1.200 metros>>
(Rivero, Antonio Lino. María Leonor Paredes de
Rivero <<Señora Leonor>>. En fotostato. Maracaibo. 2011). Mujer con
mucha dignidad y agradecimiento, se mudó con su familia a la nueva casa,
sin haber terminado de construirla,
En el año 48, su esposo, trabajador
incansable, estaba en mala situación económica, no tenía empleo, por lo que
tuvo que hipotecar su casa. El maestro Martin Rivero, en uno de sus poemas,
caracteriza el temple de su esposa, al describir una situación económica
limitada y ella asumió una actitud solidaria, firme y motivadora, <<con mi casa hipotecada.//
Mi mujer descontrolada de// ayudarme a trabajar me dijo:// Vaya a buscar donde
consiga// un empleo porque, lo que yo deseo// es que ¡No se tire a matar! y//
no le vaya a quedar//el puro trabajo en vano>> (Rivero, Martin.
Lamentos de un deudor>>; este es un tributo a su pueblo, en el que
explica por qué se fue de La Puerta a Maracaibo, en 1948.
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Martín Rivero, esposo de la Señora Leonor, fue el fundador y primer maestro de la Escuela de primeras letras de El Censo. |
Los primeros meses
en Maracaibo, vivieron en una casa del señor Camilo Rivero, ubicada a diez
minutos del centro de la ciudad, <<Después compraron una casita en el
mismo sector con la ayuda de sus hijos mayores>> (Ídem). Buscando la mejoría y ahorro económico, en
1953, se mudan al sector Bellavista, cerca donde trabaja su esposo y su hijo
Antonio Lino.
Estando en Maracaibo,
tanto en Nueva Vía como en Bellavista, su vivienda se convirtió en una especie
de casa de apoyo, donde a los paisanos puertenses que iban en busca de trabajo,
se les brindaba alojamiento provisional, retribuían y agradecían de esa forma
la ayuda que les prestaron cuando esta pareja llegó a Maracaibo.
En la familia
Rivero, recuerdan algunas vicisitudes, que tuvo que enfrentar, en la comunidad,
que a algunos de sus miembros, no les agradaba la gente andina. Recuerda su
hijo mayor Antonio Lino que, a pocos
meses de vivir en Nueva Vía, los iban a
visitar gente de La Puerta, tenían <<una casa modesta en una calle
bastante amplia donde todos se conocían y los vecinos eran muy tratables y
colaboradores. La mayoría era gente andina…en esa calle…vivían tres muchachas,
a quienes mama no le caía bien y cuando venia gente de los Andes a visitarla
las muchachas gritaban: ¡Llegaron los Gochos! ¡Llegaron los Gochos!>>
(Rivero); esta especie de rechazo, no la amilanó ni acomplejó, por el contrario
la motivó a defenderse y a ser mas proactiva, lo que relata el hijo a
continuación: <<Un día…se acercaron a ofenderla. Mi mama que era una señora
alta, maciza y robusta con una vitalidad y fuerza que disfrutaba a los 35 años
de edad. Esperó que se le acercara una de ellas, tan pronto la tuvo cerca la
agarró como si fuera una almohada, la levantó en vilo y la lanzó a las otras
dos, que venían detrás. Las tres cayeron al suelo y no les quedó más remedio
que levantarse y salir corriendo. Desde ese día mi mama se ganó el respeto de
las muchachas y de todos sus vecinos. Y cuando la trataban le decían: Señora
Leonor>> (Ídem). Fueron comienzos difíciles para ella, como para
cualquier migrante.
Forjadora de comunidad y urbanismo.
En 1953, junto con
su esposo, y doce familias con las que se habían relacionado, que coincidían en
la necesidad de urbanizar un lote de terreno en
la zona sur de Maracaibo, y abrió
una verdadera y sentida campaña organizativa y de fomento de ese emprendimiento
social; fue así como comienzan a construir y fomentar un urbanismo popular y la
comunidad del sector Corito (Haticos por Arriba – Manfuey, hoy 23 de enero),
allí construyeron una casa familiar, tipo andino, y en parte del amplio
terreno, funcionó la Capilla y la sede de la Junta Pro-mejoras. El sector se
convirtió en 1958, en una moderna urbanización.
Trabajó
incansablemente por la causa comunitaria.
Compartiendo los sentimientos cívicos de su esposo y de la vocación de
servicio de éste, consagró parte de sus mejores momentos a la causa de la educación,
allí, tuvo la oportunidad de encender la llama del conocimiento y funda una
escuela. A pesar que no estudio en su juventud, cuando se casó con Martín que
fue maestro de escuela en su época, aprendió a leer y escribir perfectamente, y
de forma voluntariosa y al servicio de su comunidad el “23 de enero”, instaló
una pequeña escuela, <<donde le daba clase a unos veinte
niños y a la vez, los enseñaba a rezar y los preparaba para que hicieran la
primera comunión>> (Ídem); con el tiempo esos niños, se convirtieron
en profesionales, dos de ellos, se inclinaron por la formación sacerdotal.
Su pasión religiosa: catequizar y construir capillas
católicas.
Señora Leonor, fue
una mujer muy católica, <<el que vivía en la casa tenía que
asistir a misa y algunos actos religiosos programados los días de
fiesta>> (Ídem); realmente a pesar del rigor de su carácter
andino, cuando ella decía: - Tenemos que ir a misa, la
respetaban y todos le obedecían sin rechistar. En el terreno de la casa de la Señora Leonor,
funcionó una Capilla en la que recibían misa los de la comunidad; pero cuando
inauguraron la Urbanización Mendoza, la capilla la mudaron para esta
urbanización, por orden del Obispo. Después Leonor, ayudó a fundar otra capilla
en otro sector de Corito, y ella ayudaba a su mantenimiento.
Antonio Lino Rivero, en sus tiempos juveniles, ataviado de su uniforme militar; hijo de la Señora Leonor. |
Igualmente fue el alma de la devoción mariana,
al fundar en 1957, en su propia casa <<La Legión de María>>, de la
cual, fue su Presidenta. De igual forma, perteneció a varios grupos religiosos
en la Santa Iglesia Catedral, el Convento de los Padres Capuchinos, en la
Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.
Sus buenas
relaciones con la Iglesia católica, le permitió viajar por varia partes del
mundo; en 1968, fue a Bogotá, Colombia, para conocer al Papa Paulo VI; Visitó
Portugal; en 1979, visitó México, para
ver y escuchar al Papa Juan Pablo II; aparte de esos viajes, también estuvo en los Estados
Unidos, en un grupo que coordinaba el padre Navarro, cura párroco de la Iglesia
San Pedro, ubicada en el barrio Progreso.
La Señora Leonor,
apreciada y respetada por su comunidad, que tuvo entre sus planes hacer un
viaje en peregrinación a la Tierra Santa, enfermó y murió el 4 de octubre de
1986. Fue un ejemplo de la sensibilidad
y firmeza de la mujer puertense, que debemos inscribir en la historia de
nuestra localidad.
La Puerta, 13 de marzo de 2022.